La insolencia y altanería con la que se expresan algunos representantes del noble (y sufrido) pueblo catalán, empieza a exceder ya de lo insoportable para engrosar la categoría de lo insultante. El Sr. Mas, que todavía no sé por quien se tiene, ha realizado el pasado viernes unas declaraciones que le incapacitan para continuar en política, si no fuera porque en este país, dar muestras de dicha incapacidad empieza a mostrarse, precisamente, como el mejor de los avales para seguir en ella. Dicho en otras palabras, en ningún otro país del mundo que no fuera España, el Sr. Mas podría haber realizado declaraciones como las realizadas el pasado viernes, y no haber pasado el entero fin de semana arrodillado en procesión y con un cirio en cada mano, pidiendo disculpas a las muchas e importantes personas y entidades a las que ha faltado en poco más de medio centenar de palabras.
El Sr. Mas, que se afirma cristiano en las mismas declaraciones que comentamos -curiosa moda ésta de poner verde al Papa al rebufo del "soy cristiano"-, empieza por decir que “El Papa tiene que ser consciente...”. ¡¿Cómooooorrr?! ¡¿Que tiene que quééé...?! ¿Pero quien es él, representante de uno de los muchos partidos de la oposición de una pequeña región del mundo (bien meridional y bien mediterránea, por cierto), para dirigirse con tamaña altanería a uno de los personajes más importantes de la escena internacional y bicentésimo sexagésimo primer titular de la institución más antigua de la Tierra, a punto de cumplir dos milenios de existencia? ¿Tan lejos alcanza ya la altanería española (que hasta en eso es español el Sr. Mas)?
Nos explica a continuación el Sr. Mas, qué es aquello tan importante de lo que el Papa “tiene que ser consciente”, que resulta no ser otra cosa (¿lo adivinan Vds.?) que el hecho de que “Cataluña es una nación”. Pues bien, como certeramente le dijo en su día el Presidente de la Comunidad autónoma extremeña, Sr. Ibarra, por mucho que todos repitamos día y noche que somos marcianos, no lo somos. De parecida manera a como por muy pesadito que el Sr. Mas y otros como él se pongan con su cantinela cansina y machacona, Cataluña no ha sido nunca una nación, y al día de hoy sigue sin serlo.
En tercer lugar, se permite el Sr. Mas hablar de unas hipotéticas “regiones meridionales y mediterráneas sin mucha personalidad”, con la indisimulada intención de contrastarlas con la mucha que, según él, tiene Cataluña. Esas regiones sin mucha personalidad a las que se refiere el Sr. Mas ¿son tal vez Valencia, Murcia o Andalucía? ¿O se refiere quizás a Campania, Calabria o Sicilia? Esa región meridional y mediterránea que no tiene tanta personalidad como Cataluña ¿no será, Sr. Mas, el Lacio, capital Roma?
En cuarto lugar, incurre el Sr. Mas en un error que de monumental y extendido, va a ser difícil ya de corregir: la lengua propia de Cataluña, contrariamente a lo que se le aparece al Sr. Mas en sus peores pesadillas, es tanto el catalán como el castellano o español. Porque las regiones no tienen lengua, la tienen los ciudadanos que la pueblan, siendo así que al día de hoy, y a pesar de las innumerables tropelías impropias de una democracia realizadas para con la población catalana, en la región catalana se habla más el castellano que el catalán. Hable el Sr. Más, cuando se refiera a la sacrosanta lengua catalana, de “lengua autóctona” en todo caso, y acepte que, en condición de tal, -y sin ánimo de tomar partido en una espinosa cuestión como la de la catalanidad de otras lenguas españolas como el valenciano o el mallorquín-, la estarían compartiendo los catalanes con otras regiones no menos españolas que Cataluña.
En todo caso, Sr. Mas, exprésese Vd. con un poquito más de prudencia y de responsabilidad. Es lo que de Vd. esperamos los españoles que le pagamos el sueldo, y también los que le votan a Vd. en ese pedazo de España que es la hermosa región de Cataluña.
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