El padre Leopoldo Cuchillo, L.C., formador de religiosos que estudian humanidades en Salamanca, España, me envió por correo electrónico un testimonio personal que me gustó mucho y que viene muy a cuenta en relación con algunos hechos de estos días. Le pedí permiso de publicarlo y me lo concedió.
Le doy espacio en mi blog porque de otro modo, como dice él, "no sería noticia". Quizá el eco que pueda tener no sea el de una portada, pero así al menos se evidencia que hay muchos Legionarios de Cristo que en la alegría de su entrega generosa y fiel de cada día construyen de cara a Dios y así son felices.
Desde luego aquí no se trata de "buenos" y "malos", de lo que sí se trata es de ofrecer una salida a quien también quiere hacer oir su voz.
Le doy espacio en mi blog porque de otro modo, como dice él, "no sería noticia". Quizá el eco que pueda tener no sea el de una portada, pero así al menos se evidencia que hay muchos Legionarios de Cristo que en la alegría de su entrega generosa y fiel de cada día construyen de cara a Dios y así son felices.
Desde luego aquí no se trata de "buenos" y "malos", de lo que sí se trata es de ofrecer una salida a quien también quiere hacer oir su voz.
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Parece que las olas no dejan de llegar; es como cuando uno se baña en el Cantábrico, en esa playa de Guerra tan querida, con mar movido. Las olas llegan sin parar, una tras otra, sin tregua, y uno lucha por irlas pasando como puede, por arriba saltando, por abajo buceando, de espalda o de pecho si se deja…pero llega un momento en que se siente uno cansado, que los golpes marcan de dolor los músculos, y sin embargo…las olas no dejan de llegar. Y uno que es “marino por devoción”, aguanta, afronta y se curte, disfruta, pero no deja de ser doloroso y cansado.
Los legionarios seguimos siendo noticia. Algunos legionarios siguen siendo noticia. Desde que hace unos años saltaran a la luz los hechos que todos conocemos de sobra, y que se encargan de seguirnos recordando, no hay semana que en el algún punto de nuestro mundo, no seamos noticia. Algunos. De esos, como se habla mucho, me abstengo.
Hoy quiero dedicar estas líneas a todos aquellos legionarios, hermanos y compañeros, que nunca han salido en la prensa, aquellos que su vida es tan “rutinaria y gris”, tan oculta a las luces de los medios, tan sin noticia, que nunca salen. Cientos de sacerdotes legionarios, algunos miles de religiosos legionarios y seminaristas menores que siguen trabajando día a día, sin ser noticia y sin pretenderlo. Como no puedo escribir de todos, como digo son miles, hablo de los que me rodean.
Desde México, Madrid o Chile…nos llaman para saber qué está pasando. Y nos sorprenden las llamadas, pues… ¿qué está pasando?. Que nos hemos levantado a la misma hora y después de nuestro ofrecimiento a Dios, hemos seguido haciendo aquello que no es noticia: trabajando en lo de siempre, buscando cumplir nuestro deber, dejando la piel por los demás y por la Iglesia.
Aquí en mi comunidad, los sacerdotes y religiosos profesores, se levantan y cada día se enfrentan a una torre de cuadernos de latín, y lo que es peor, de griego, que corregir. Se sientan en sus despachos a preparar las clases de arte, literatura, elocuencia o estilo; bajan a atender en los despachos las dudas de los religiosos jóvenes, que no saben cómo atacar esas materias a veces arduas. Y como premio…algunos sábados se van de paseo a un bosque cercano a charlar y reírse un rato, para al volver, seguir con la torre de cuadernos y las dudas. Esto no es noticia, pues es lo de todos los días.
En mi comunidad también están un par de sacerdotes y unos jóvenes religiosos, que les ayudan, que se encargan de dar de comer y de vestir a los demás de la familia,…familia numerosa de 170 miembros. No sé cómo le hagan pero con frecuencia creo en los milagros al ver los resultados. Los he visto preocupados cuando no llega para comer, cuando no saben de dónde sacar para comprar lo que una comunidad tan grande necesita. Les veo y les admiro cuando salen a pedir ayuda, pues no es fácil atender a tantas necesidades. ¿Su descanso? Ver cómo desaparecen de las mesa las magdalenas del desayuno o los riquísimos callos de los miércoles. Pero esto tampoco es noticia, pues es lo de todos los días.
En mi comunidad hay un grupo de religiosos y tres sacerdotes que se pasan la vida sentados en el despacho, atendiendo a todos estos jóvenes, que tienen la ilusión un día llegar a ser sacerdotes. Preocupaciones, alegrías, estudios, vida espiritual, …todo pasa por los despachos de estos formadores que no son noticia, pues así es un día y otro, sin brillo ni luces. Descansan en la merienda diaria, “discutiendo” sobre la cafetera convertida en tetera, o las últimas anécdotas del día. Pero son anécdotas grises que no son noticia.
Y, sobre todo, en mi comunidad viven 150 jóvenes de edades entre los 18 y los 26, que estudian, comen, juegan, pasean y rezan; jóvenes que han entregado su vida a Dios, que han dejado familia, país, amigos, un futuro próspero, pero que no son noticia tampoco. Conocer a cada uno es un reto y una aventura…pero de esas sin brillo, de las que no interesan a los periódicos, pues no hay “carne” que morder. No son noticia.
Para los medios no existen ni esos profesores, ni el equipo de formadores y administradores y mucho menos los jóvenes novicios y religiosos que viven en mi casa, porque no son noticia. Cumplen, son fieles, luchan, sufren y ríen,…pero no son noticia.
Algunos hermanos míos están saliendo de la Legión. Y me apena porque con muchos de ellos he convivido, reído, luchado y sufrido. Los conozco y me conocen. Son mis hermanos. Y me duele como no se puede, ni quiero, expresar aquí, pues los dolores de familia se llevan en familia. Algunos de ellos están siendo noticia. Mejor dicho…los están haciendo noticia. Y mi madre y mis primos y mis amigos de México y de Chile me preguntan por ellos, por los que hoy son noticia, los que los medios airean o los que en ellos se airean…les respondo como puedo, mordiéndome el dolor y a veces las lágrimas. Son mis hermanos. Pero cuando me preguntan: “Y tú, ¿qué haces?”…¿yo? Hombre!, pienso, ahora si voy a ser noticia. Quizás me saquen al menos en la hoja parroquial; “¿Yo?” y tratando de pulir mi elocuencia, trato de contar mi vida… “pues cada día me levanto, rezo, trabajo, sirvo a Dios y a su Iglesia, leo en la prensa a los que son noticia y sigo pasando las olas, alegre por poder disfrutar de lo que hago, de esta mar que me encanta. Feliz por estar rodeado de cientos de sacerdotes, de miles de compañeros legionarios y miembros del movimiento, ancianos, maduros, jóvenes, y niños que junto a mí, sin ser noticia, disfrutan de lo que hacen, aunque a veces el mar se pone “bravo”. Y miro la prensa, y veo las noticias…pero no salimos en las noticias.
Para mí estos hermanos con los que convivo son la mejor noticia. Y mi homenaje es para ellos. No salen en la prensa, no les entrevistan en la tele, sus ruedas de prensa no salen en internet; se quedan en los despachos o las aulas…pero cada mañana les veo levantarse alegres para poder seguir entregando su vida en esta Legión. Estos hombres son mis mejores noticias. Si yo fuera periodista…les sacaría en la tele.