Hoy en día las palabras han perdido su capacidad de comunicar. El relativismo y las mentiras disfrazadas de verdad nos lleva a algo que se pronosticó en 1964: “El medio es el mensaje” (Marshall McLuhan. Comprender los medios de comunicación: Las extensiones del ser humano). Lo que contiene las frases pueden ser interpretadas de tantas formas, que sólo queda el medio por el que se transmite. Este medio, termina diciendo más que el contenido semántico. La inmediatez y las estéticas postmodernas se transmiten por medio de la rapidez de la red y por los formatos en que nos llegan noticias, discursos, tertulias, etc.
¿Qué es el amor, la caridad? Es todo un enigma. En una conferencia a la que asistí hace ya ocho años, uno de los ponentes centró su tema en la necesidad de las sociedad actual de rechazar toda caridad. Rechazar la caridad ¿Qué nos queda entonces? Según fue desarrollando sus tesis, comprendí que él llama “caridad” a un tipo de dominio y vasallaje que se impone por “los ricos” cuando le dan limosna, con desprecio, a “los pobres”. Este ponente defendía que, en vez de caridad, se impusiera la “solidaridad”. Según lo que explicó, la solidaridad es que los poderes del estado quitaran lo que sobraba a “los ricos” y lo repartiera. Evidentemente, la ideología política hace estragos en la semántica y oculta el verdadero significado de lo que queremos decir. Un discurso bien diseñado es capaz de desorientar a todos los que lo escuchan. El significado de amor también se transforma, según nos interese, en atracción sexual o querencia egoísta por algo. Nuestra sociedad habla del amor como si hablara de placer de los sentidos.
Si despreciamos el amor, ¿Qué nos queda? Nada. Ese es el problema. El mensaje de Cristo se convierte en incomprensible para la mayoría de nosotros. Tan incomprensible que se desprecia el Evangelio, la fe y la misma esperanza. En todo caso, se señalan los preceptos que contiene la Revelación de Dios y se menosprecia aceptarlos y cumplirlos.
Estando todas las palabras del Señor llenas de preceptos, ¿por qué hace del amor como un especial mandato, sino porque en el amor radica todo mandato? ¿No pueden todos los preceptos reducirse a uno, supuesto que todos se basan en la caridad? Porque así como de un solo tronco nacen muchas ramas, así también muchas virtudes se derivan de la caridad. Y no tiene lozanía la rama de las buenas obras, si no está en el tronco de la caridad. Los preceptos del Señor son muchos, en cuanto a la diversidad de las obras, pero se unifican todos en su tronco, que es la caridad. (San Gregorio In Evang hom. 27)
El amor es caridad vivida en todos sus órdenes y dimensiones. El amor es el mayor de los preceptos que hemos recibido. Es el mejor camino que podemos andar para llegar a Dios. El amor es Dios mismo que se hace presente en nosotros y a través de nosotros. El amor es la base de la santidad que tanto admiramos. Quizás dentro de pocos años sea casi imposible llegar a hablar entre nosotros y en ese instante, sólo el Amor podrá salvarnos.