Año del Señor 2021
19 de noviembre
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
PARECIDOS, PERO DIFERENTES
El otro día me tocaba servir en el refectorio (comedor). En el carro había un bol lleno de racimos de uvas de nuestra huerta. Se distinguen enseguida: con las uvas bien apretadas, oscuras… y, sí, pequeñitas. Con este clima, no les da la vida para crecer más.
Pero, junto a ellas, en el mismo bol, había como una docena de uvas sueltas, igual de oscuras, ¡pero enormes! Rápidamente pensé que eran iguales a las que ponemos en el Monumento el Viernes Santo. Son unas uvas muy grandes, y extraordinariamente dulces…
Me extrañó que ninguna monja cogiera las uvas grandes, ¡con lo ricas que son! ¡Así que las cogí yo! Me la llevé una la boca y…
¡¡Aaaaagh!!
No eran uvas dulces. En realidad… eran ciruelas, ¡¡y ácidas como limones!! En fin, también de nuestra cosecha, en formato diminuto… ains…
Bueno, igual no estaban tan ácidas, pero es que yo ya iba pensando que eran uvas… ¡y me llevé un chasco enorme!
Eso mismo puede pasarnos con quien tenemos al lado: podemos meter a todos en nuestro mismo “bol”, pero, aunque por fuera seamos parecidos, ¡cada fruto es totalmente distinto!
Ciertamente, cada persona tiene sus dones y cualidades. Sin embargo, para disfrutarlos, necesitamos una mirada nueva para descubrir al hermano como es, ¡sin comparaciones ni expectativas! ¡Solo dejarnos sorprender!
Es verdad que el sabor de una uva es totalmente distinto al de una ciruela. Del mismo modo, no “sabe” igual el evangelio de Marcos (que habla a los convertidos no judíos) que el de Juan (el místico del grupo). Son evangelios distintos, ¡¡y los dos nos muestran a Cristo!!
Jesús te llama por tu nombre. Él conoce el “sabor” que solo tú puedes aportar en tu comunidad, en tu parroquia, en tu familia. Y cuenta contigo, para que des ese toque único. Él quiso esas diferencias, pues sabe que cada uno aporta un matiz diferente, ¡y así nos enriquecemos todos!
Hoy el reto del amor es descubrir el “sabor” de quien tienes al lado. Te invito a que hoy le pidas a Cristo unos ojos capaces de descubrir lo bueno de esa persona. Deja a un lado “lo que debería ser”, y déjate sorprender por “lo que es”. ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
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