La cobertura mediática que se ha dado a la Legión de Cristo, a propósito de las revelaciones sobre la verdadera vida de su fundador, mostró y sigue mostrando el interés que esta joven congregación suscita dentro y fuera del ámbito católico.
Ciertamente no toda la atención hacia los legionarios ha sido siempre la de medios deseosos de conocer la verdad y la de reflejarla tal cual; tampoco ha sido la de quien reconoce los límites de sus investigaciones y pesquisas (a un nivel más amplio, sobre el periodismo en general, en otro momento tratamos este tema en el artículo El peligro de una sola historia).
A avivar la curiosidad morbosa, la nota amarilla, las cavilaciones infantiles, la sospecha y la suspicacia infundadas, han contribuido no pocos bloggers (véase, por ejemplo, Los vaticanistas, los rumores y los Legionarios de Cristo) y una que otra información filtrada y sacada de contexto.
Más recientemente, la enésima diatriba respecto a la situación actual de la Legión de Cristo fue a propósito de una supuesta “negativa” a otra “supuesta” petición que el Delegado Pontificio “habría hecho” a uno de los superiores mayores para que renunciara a un puesto de gobierno (lo han dicho o insinuado, por ejemplo, Andrea Tornielli, Francisco José Fernández de la Cigoña y otro blog menos conocido).
Hablar de la Legión de Cristo reditúa en audiencia (lectores o espectadores). Mediáticamente, la Legión se ha convertido en una mina de oro aunque, en no pocas ocasiones, lo que se venda sobre ella sea el rumor o las conjeturas del escritor o blogger en turno –en ese afán propio del estudiante de primer año de periodismo del “yo lo dije primero” o del “me están citando o tomando como fuente” –.
Pero la mina de oro se agotó. Si ya el tema en sí mismo comenzaba a cansar por esos tintes de novela danbrowniana, ha sido precisamente el Delegado del Papa quien de modo «tumbativo» ha dado respuestas claras, directas y contundentes sobre la situación de la Legión y del Regnum Christi en una carta dirigida precisamente a los primeros interesados.
Se trata de una misiva llena de realismo que, para tristeza de algunas “aves del mal agüero” informativo, matiza, corrige y aclara cuestiones trascendentales para el presente y futuro de esta familia religiosa.
A continuación algunos de los puntos mediáticamente más manipulados, tratados con verdad por alguien que los conoce mejor que los mass media: mons. Velasio de Paolis (nombrado cardenal por Benedicto XVI el 20 de octubre de 2010).
Delegado Pontificio, no Comisario ni Superior General (y la confirmación de los superiores de la congregación). En su epístola, mons. Velasio De Paolis vuelve a aclarar cuál es su papel en la Legión de Cristo.
Lo hace en el punto número I.1 cuando dice: «[…] Con el nombramiento del Delegado Pontificio la Legión no es puesta bajo un «comisario», sino que es acompañada en su camino a través del Delegado Pontificio. De hecho, el Decreto Pontificio reconoce y confirma a los superiores actuales. Esto significa, por una parte, que los superiores permanecen en sus cargos según las constituciones; y por otra parte, que la primera instancia para tratar los problemas de la Legión misma son los superiores, a los cuales los religiosos están invitados a dirigirse en primer lugar”.
Más adelante, en el punto I,4, esclarece más todavía: “[…] Mi encargo de Delegado Pontificio no es tampoco el de un visitador apostólico, que tiene la misión fundamental de encontrarse con personas, recoger informaciones para tener un cuadro de la situación real y ofrecer a la Autoridad competente sugerencias y propuestas a modo de soluciones para resolver las situaciones no conformes con el ideal evangélico de la vida religiosa”.
Estos datos contrastan con los que han aparecido en diferentes medios de comunicación laicos y también –tristemente– en prensa católica como ya evidenciamos en otro momento (véase RomeReports, los LC´s y los errores de la prensa “especializada” y Los vaticanistas, los rumores y los Legionarios de Cristo) y en otra tendencia sobradamente hostil como la sección de religión de Periodista Digital.
Los superiores sabían sobre la doble vida del fundador. Mons. De Paolis resuelve en pocas líneas uno de los prejuicios repetidos no sólo en la prensa laica: la creencia empíricamente infundada de que los superiores de la Legión conocían la doble vida del fundador.
Al respecto, en el número III,2 dice: «Una dificultad resulta recurrente y es sentida por algunos, según la cual los actuales superiores no podían no conocer las culpas del Fundador. Al callarlas habrían mentido. Pero se sabe que el problema no es tan simple. Las distintas denuncias publicadas en los periódicos desde los años 90 eran bien conocidas, también para los superiores de la congregación. Pero otra cosa es tener las pruebas de lo fundado de tales denuncias y más todavía la certeza de ellas. Esta llegó sólo mucho más tarde y gradualmente. En casos semejantes la comunicación no es fácil. Se impone la exigencia de reencontrar la confianza, para la necesaria colaboración».
Una congregación aprobada y reconocida por la Iglesia. El carisma. Otro de los escollos recurrentes fue el cuestionamiento acerca de la aprobación de la congregación y de su carisma por parte de la Iglesia.
Sobre este tema, el Delegado Pontificio escribe en su carta (cf. III.1): «[…] …la Legión ha sido aprobada por la Iglesia y no puede no ser considerada como una obra de Dios, al servicio de su Reino y de la Iglesia. Las responsabilidades del Fundador no pueden ser transferidas simplemente a la misma Legión de Cristo».
Y refiriéndose al carisma de esta familia religiosa (cf. III,3) señala la distinción entre normas constitucionales y normas de derecho para, a continuación, decir que es un carisma «actual como nunca», sobre el que se requiere «reflexión y profundización».
Considerando que la carta está dirigida a legionarios y miembros consagrados del Regnum Christi, varones y mujeres, el Delegado profundiza en un aspecto del carisma al destacar que la cultura secularizada y una fe reconducida a un nivel privado siguen haciendo vigente el trabajo de liderazgo «o sea de personas en cuyas manos reside la conducción de la sociedad».
De ahí que « La sociedad de hoy para ser cristianizada tiene necesidad de personas que puedan asumir la responsabilidad de la sociedad del mañana, que se formen en las escuelas y en las universidades, de sacerdotes, personas consagradas y laicos comprometidos, bien formados, de apóstoles de la nueva evangelización». Y añade que «[…] la congregación de los Legionarios de Cristo encuentra precisamente en este campo su espacio de servicio a la Iglesia. Y esto hace esperar lo mejor para el futuro».
Constatación de la intención de perseverar en su vocación por parte de la inmensa mayoría de los legionarios. Uno de los momentos más realistas de la carta del Delegado Pontificio a los legionarios, consagrados y consagradas, es cuando pone de manifiesto que hay un general agradecimiento por la intervención del Papa en la vida de la congregación (cf. II,5).
También habla de las inquietudes manifestadas por sacerdotes, tanto sobre aspectos positivos como elementos a mejorar, para después afirmar que en las cartas recibidas por él «se agradece al Señor por la vocación recibida y se expresa confianza en la congregación de los Legionarios, en la que se quiere perseverar. Los seminaristas en general se han limitado a expresar su voluntad de perseverar en la vocación».
Ciertamente también dice que «alguno» (lo que pone de relieve la cantidad acerca de cuántos comprende la expresión) ha pedido un tiempo de reflexión como extra domun o su voluntad de abandonar la congregación (cf. II, 5)
Confianza renovada del Papa en este camino de la Legión de Cristo e invitación a abandonar sospechas y desconfianzas. Un penúltimo punto de la misiva es la expresión de la cercanía de Benedicto XVI hacia los Legionarios de Cristo y miembros del Regnum Christi: «El Santo Padre, al iniciar esta nueva fase del camino, ha renovado su confianza en la Congregación; tal confianza podrá tener un resultado positivo sólo si a ella sigue la confianza de los Legionarios, que están calurosamente invitados a abandonar sospechas y desconfianzas y a obrar concreta y positivamente para el bien de la Legión, sin quedarse todavía en el pasado y sin alimentar divisiones» (cf. I,4).
Disciplina religiosa y el peligro del relajamiento. Por último, refiriéndose a la disciplina religiosa, invita a una «capacidad de leer en una dimensión sobrenatural» la situación actual y pone una alerta sobre el relajamiento en el que podría caer alguno.
Sobre lo anterior, escribe: «En el camino que queda por recorrer, se anida quizás un peligro que se ha de mencionar y es típico de las situaciones de este tipo. En el caso de los Legionarios de Cristo se está viviendo una especie de paradoja. Para los institutos religiosos en general se lamenta que en nombre de la renovación postconciliar requerido por el Concilio se perdió la disciplina y el sentido de la autoridad, con un cierto relajamiento también en la práctica de los consejos evangélicos y con una crisis vocacional impresionante, no obstante la riqueza de la teología sobre la vida religiosa que se desarrolló en este período; para los legionarios, en cambio, se trata de abrirse más a esta renovación postconciliar de la disciplina y del ejercicio de la autoridad”.
De ahí que advierta con las siguientes palabras: “El peligro de ir más allá y de activar un mecanismo de falta de compromiso en la disciplina y en la vida espiritual es real; y serpentea particularmente entre algún sacerdote y religioso. Este peligro es temido incluso por el Superior General, quien, expresando al Papa su compromiso de obediencia y de fidelidad, pedía sin embargo, que el instituto en este camino de renovación sea preservado de este peligro, o sea del peligro de que el empeño por la renovación se transforme en falta de disciplina y relajación (cf. IV).
Conclusión
Durante las palabras que mons. Velasio de Paolis dirigió a los Legionarios de Cristo en Roma, el pasado 7 de octubre en el Centro de Estudios Superiores, invitó a no hacer caso a las aves del mal agüero: «No escuchen las “aves de mal agüero”. La gente, el mundo habla y dice cosas fatuas sobre todo, también sobre ustedes. Ustedes lo saben, entonces no les hagan caso” (sic).
Esta idea ha quedado recogida de nuevo en la carta cuando escribe: «El shock provocado por las acciones del Fundador fue de un impacto terrible, capaz de destruir la misma congregación, como, por lo demás, tantos vaticinaban».
Muchos vaticinaban esa destrucción y ventilaban los rumores e interpretaciones infundadas a mansalva. Su oráculo hoy ya no sirve. Sus “decires”, sus fuentes anónimas, su periodismo de afirmaciones aventuradas, hoy les delata y les avisa que la mina de oro quedó agotada: «[…] las cosas cambian de valencia cuando una sociedad hechizada por la representación y la necesidad de divertirse, su primer designio, ejerce una presión que va modelando y convirtiendo poco a poco a sus políticos, sus intelectuales, sus artistas, sus periodistas, sus pastores o sacerdotes, y hasta sus científicos y militares, en bufones» –escribía el ahora Nobel Mario Vargas Llosa (El País, 19.09.2010), refiriéndose a ese pseudo periodismo de la información hecha espectáculo–.
Y agregaba el escritor de origen peruano: «Detrás de semejante espectáculo, muchas cosas comienzan a desbaratarse, las fronteras entre la verdad y la mentira por ejemplo, los valores morales, las formas artísticas, la naturaleza de las instituciones […]».
«Hay en el horizonte tantos signos que hacen pensar en una meta positiva al término del camino. En cambio ella –La Legión de Cristo, n.d.r. – no sólo sobrevive, sino que está casi intacta en su vitalidad», recordaba mons. De Paolis a los legionarios. Y esa es la vía ahora, aunque los bloggers y algunos mass media lo sepan, pero convenientemente lo olviden.