Con motivo del Sínodo de las iglesias orientales que se está celebrando en Roma, Su Beatitud Antonios Naguib, Patriarca de Alejandría de los coptos ha declarado que en el diálogo interconfesional con el islam, “la Santa Virgen María es un punto de encuentro de gran importancia”. Y se ha hecho eco de lo ocurrido recientemente en el Líbano:
“La reciente declaración de la Anunciación como fiesta nacional en Líbano es un ejemplo alentador”.
Y es que efectivamente, el pasado mes de febrero, el Consejo de ministros libanés aprobó la propuesta del Jefe de Gobierno Saad Hariri para convertir el 25 de marzo, Día de la anunciación de María, en “fiesta nacional común cristiano-musulmana”, explicando que “la Virgen María es un denominador común entre cristianos y musulmanes, que le conceden un lugar muy grande en sus devociones respectivas, así como en la Biblia y en el Corán ”.
Y no le falta razón al Sr. Hariri, ya que María es un verdadero punto de encuentro entre cristianos y musulmanes, y el episodio de la Anunciación lo narran tanto el Evangelio (de San Lucas en este caso y sólo el de San Lucas) y el Corán.
El primero, más conocido para nosotros, lo hace de esta manera:
“Al sexto mes envió Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue” (Lc. 1, 26-38).
El segundo, indiscutiblemente inspirado en éste pero también en otras fuentes, por ejemplo el apócrifo llamado Pseudo-Mateo, hace el siguiente relato:
““Y recuerda a María en la Escritura, cuando dejó a su familia para retirarse a un lugar de Oriente. Y tendió un velo para ocultarse de ellos. Le enviamos nuestro Espíritu y este se le presentó como un mortal acabado.
Dijo ella: “Me refugio de ti en el Compasivo. Si es que temes a Dios...”
“Dijo él: “Yo soy solo el enviado de tu Señor para regalarte un muchacho puro”
Dijo ella: “¿como puedo tener un muchacho si no me ha tocado mortal ni soy una ramera?”
“Así será” dijo. “Tu Señor dice: Es cosa fácil para mí. Para hacer de él signo para la gente y muestra de Nuestra misericordia. Es cosa decidida”
Quedó embarazada con él [quiere decirse “de Jesús”] y se retiró a un lugar alejado” (C. 19, 16-22).
Todo lo cual demuestra que el entendimiento, como posible, es posible, y no han de faltar los agarraderos a los que sujetarlo. Cosa distinta es la voluntad de las personas en alcanzarlo. Pero ese acostumbra a ser siempre el problema.