Son las dos de la mañana del pasado jueves, y quiero dar gracias por algunas cosas que he vivido hoy.
 
Gracias por:
 
Una mañana fresca y un café con churros.
Un abrazo con mi jefe.
Un programa de radio ya de noche, con el mejor periodista que me ha dado la vida, y con unos entusiastas de la radio que la hacen mejor que si les pagaran.
Una canción maravillosa colgada del blog de un amigo enorme.
Una amiga colgada de mi móvil apagado hasta la noche… lo siento.
El amigo llamándome para decirme que no me preocupara del hotel de mañana.
Saber de una vida que ha sido escrita igual que la mía pero en diferente idioma.
Un mensaje en el contestador que me ha hecho darme cuenta de qué grande, Dios mío, qué grande lo que he vivido sin darme cuenta.
La sonrisa de una Cristiana.
Una carta secreta, de puño y letra, con tarjeta plastificada, en el buzón de mi casa.
Una comida en el bar de Nito, con su sonrisa de siempre y mi yogur preparado.
Una compañía con la que poner sobre la mesa la fe, la cruz, la alegría, la pena… la maravilla de Vivir sabiendo que nunca voy a morir.
El dolor consolado, compartido, superado, y el que aún sigue ahí.
El recuerdo del padre Enrique, con su oración en voz baja, dormido a sus espaldas.
Una mirada que me ha hecho sentir que todo es posible. ¿Todo? Sí… todo. (Y veréis cosas mayores…).
 
El silencio de Dios viendo como disfrutaba.
Cristo.
La sonrisa de la Virgen María ante mi imposible.
 
Gracias por todo.
 
Dios te salve, María…