Con el prólogo que para el tercer libro del Martirologio escribió el Sr. Arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro, os ofrezco en este mes de NUESTROS MÁRTIRES los tres tomos de esta obra para que podáis descargarlos gratuitamente. Son 1.800 páginas y muchos años de trabajo para la gloria de Dios. Estamos enfrascados en el cuarto y último tomo que contará con índices que facilitarán las búsquedas. Gloria a nuestros mártires de Toledo.
«DONDE HAYA ODIO, PONGA YO AMOR»
Después de dos gruesos volúmenes escritos con precisión y de agradable lectura, nos encontramos con el tercero que nos narra la persecución religiosa en nuestra archidiócesis en los años de la contienda civil donde se enfrentaron los hermanos contra los hermanos en un odio fratricida. En ella hubo una serie de sacerdotes, seminaristas, consagrados y laicos que supieron dentro de su vida sencilla hacer suyo el lema de san Francisco de Asís: «Donde haya odio, ponga yo amor» y murieron defendiendo la fe en Cristo que nos salvó del pecado y de la muerte por la entrega de su vida en la cruz.
En este volumen el autor hace un recorrido exhaustivo por los consagrados al Señor en las parroquias que hoy comprenden las Vicarías de la Mancha y de la Sagra, más de un centenar de testimonio sacerdotal de aquellos que, en el momento supremo de su vida, supieron unirse al altar de Dios y prolongar en el último suspiro de su existencia el sacrificio de Cristo que celebraban todos los días en el altar de sus iglesias donde ejercían su ministerio. No hicieron otra cosa que cumplir con lo que el obispo les exhortó cuando les entregó la patena y el cáliz al final del rito de su ordenación: «Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras y configura tu vida con el misterio de la cruz del Señor».
Leyendo las biografías de este libro, me viene a la memoria las palabras de san Juan Pablo II en su discurso a los participantes en la beatificación de los mártires españoles el 12 de marzo de 2001, donde indica lo siguiente:
«La santidad no es solamente privilegio reservado para unos pocos. Los caminos de la santidad son múltiples y se recorren a través de los pequeños acontecimientos concretos de cada día, procurando en cada situación un acto de amor. Así lo han hecho los nuevos beatos mártires. Aquí reside el secreto del cristianismo vivido en plenitud. El cristianismo realmente vital que todos los cristianos, de cualquier clase o condición, están llamados vivir. (…). Así nos encontramos sacerdotes que, misacantanos o ancianos, ejercían los más diversos ministerios: párrocos, vicarios, canónigos, profesores; religiosos provenientes de los vastos campos del ejercicio de la caridad, por medio de la enseñanza, la atención a ancianos y enfermos; hombres y mujeres, solteros o casados, padres de familia, trabajadores de varios sectores. En el origen de su martirio y de su santidad está el mismo Cristo. El denominador común de todos ellos es su opción radical por Cristo por encima de todas las cosas, incluso de la propia vida. Bien podían expresar con san Pablo: "para mi vivir es Cristo y una ganancia el morir". Con su vida y sobre todo con su muerte nos enseñan que nada hay que anteponer al amor que Dios nos tiene y que nos manifiesta en Cristo Jesús».
[El Sr. Arzobispo presidió la reinhumación del siervo de Dios Jacinto García Asenjo en el templo parroquial de Lucillos (Toledo), el 24 de julio de 2021].
Estas sabias palabras del recordado pontífice expresan una de las claves de cómo hay que leer este libro: el martirio de estos sacerdotes y seminaristas no fue otra cosa que la consecuencia de su opción radical por Cristo que vivieron toda su vida y que llegó hasta el extremo en el momento final cuando abrazaron la cruz de Jesús que los llevó al cielo con Él. Esta actitud de amor por el Señor la vivieron con sencillez ejerciendo los más diversos ministerios que, en los que aparecen en las biografías de este tomo, son especialmente párrocos, coadjutores y capellanes. En los tomos anteriores nos encontramos con otros oficios sacerdotales, todos muy nobles, todos con un mismo denominador: el servicio a Cristo (cabeza y cuerpo) y a todos los une un mismo trofeo, el más grande y hermoso que una criatura puede obtener: la palma de martirio. Nos enseña, por tanto, a superar los complejos, soberbias y envidias al recibir los distintos oficios con los que el obispo no encarga servir al Pueblo de Dios. Pero debo decir que antes de morir por Cristo, vivieron el martirio de cada día, el incruento que consiste en gasta la vida por el Señor y a ese martirio estamos llamados todos.
Una segunda clave que se aprecia al leer las páginas de este libro es el amor con el que murieron, perdonando al enemigo, incluso a aquellos que se beneficiaron de las muestras de afecto y de caridad del sacerdote. Lo que los mártires ofrecieron en ese trágico momento de la historia de España fue precisamente, como he señalado al comienzo, llenar de amor la vida de los españoles en un momento que se azuzaban los odios, envidias y recelos que llevaron a la muerte de tantos hombres y mujeres de nuestra nación. También es imitable en un cristiano y especialmente en el consagrado llamado a sembrar de amor el lugar donde mora siguiendo los deseos del Corazón de Cristo inflamado de ansias redentoras y de amor a todos los hombres.
La tercera clave, también apuntada más arriba, es el significado litúrgico del martirio. Desde la segunda carta de san Pablo a Timoteo, en la que habla de su futura muerte en términos litúrgicos, la Iglesia siempre ha visto la muerte de los mártires como una prolongación del Bautismo y de la Eucaristía. De hecho, lo cristianos romanos celebraban la misa en la tumba de los mártires y hoy en día, en el ara del altar se guardan reliquias de santos (mártires que derramaron su sangre por Cristo y confesores que dieron testimonio de Cristo de forma incruenta). Por eso, al leer estas biografías de nuestros mártires, que vivieron en una época muy próxima a la nuestra, podemos proponernos vivir todos los momentos del día como prolongación de la eucaristía que celebramos en ese día. Así lo hicieron ellos.
Estas son las tres claves con las que animo a leer el libro de nuestro querido Jorge López Teulón, sacerdote de nuestra archidiócesis que ha dedicado años a la investigación de todos aquellos hermanos nuestros que nos ofrecieron este ejemplo de vida cristiana en un momento muy difícil de nuestra historia. También hoy debemos volver la mirada hacia ellos y afrontar con valentía y determinación los retos de la pastoral de nuestro siglo XXI. A ellos no les faltó la gracia de Cristo como tampoco a nosotros pues, como dice el salmo 23: «Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida».
Finalmente solo me queda agradecer al autor su magnífico trabajo y a los lectores que su lectura les sea fructífera.
✠ FRANCISCO CERRO CHAVES
Arzobispo de Toledo
Primado de España.
toledo_1936_1939_tomo_primero.pdf (cardenaldonmarcelo.es)