Con el retraso esperable y creo que justificable en quien tan lejos se halla en estos momentos de su patria querida, me entero de la victoria en las primarias pesoítas madrileñas del candidato hoy día extraoficialista (lejanos los tiempos en los que era nombrado a dedo por quien hoy le quiere destituir), el Sr. D. Tomás Gómez. Pues bien, no quiero dejar pasar la ocasión de felicitar al Sr. Gómez con todo mi corazón, aunque las razones por las que lo hago, poco tengan que ver con una sincera cercanía al candidato, lo que quiero dejar bien aclarado y a ello voy a dedicar este artículo.
Celebro la victoria del candidato Gómez por creer que tiene aún menos posibilidades que la candidata a la que ha vencido en las urnas de las primarias, la Sra. Jiménez de conseguir la victoria de su nefasto partido, el PSOE, y de la nefasta ideología que éste preconiza, el pesoísmo zapaterita (¿acaso se cree alguien que el PSOE le queda algo de socialista?). Pero la celebro también, y sobre todo, por lo que su victoria tiene de derrota para un nefasto Sr. Zapatero que en un millón de veces que se reencarnara, no volvería a ser nunca presidente de esta nación a la que en el cortísimo plazo de seis años ha dejado hecha unos zorros por sus notorias falta de formación e incapacidad para el puesto que ocupa. Y que le pide a sus correligionarios lo que, -no estará de más recordar-, él mismo, con todo el fabuloso apoyo de su partido, ha sido incapaz de realizar nunca, a saber, ganar en Madrid, algo que no consiguió ni cuando la ciudad estaba aturdida, medio muerta, después del brutal atentado que todavía es el más grave producido nunca en toda Europa, y que es, no se le oculta a nadie, el que le aupó al poder.
Y todo ello sin olvidar que el mismo Sr. Zapatero que ahora nos presenta como la gran alternativa que Madrid necesita a la Sra. Jiménez, -una señora cuyo historial, más allá de acentos velez-malagueños o constantinopolitanos, ha demostrado, con toda claridad, que Madrid le importa un pito-, es el mismo que en su día presentó como tal al Sr. Gómez, al que desde estas páginas felicito, pues, por su victoria en las primarias de su partido, tanto como le deseo la derrota en las próxima elecciones madrileñas. Dios salve a Madrid del pesoísmo rampante.
A apuntar como positivo, al césar lo que es del césar, el ejemplo que representa el que en un partido español, y aunque haya sido de la manera en que han tenido lugar, hayan podido celebrarse unas elecciones primarias transparentes y, ni que decir tiene, ejemplares en lo que de conducta democrática representan. Que cunda el ejemplo.
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