Ante la corrupción de los políticos, conocida, denunciada y propagada por los diversos medios, la reacción más corriente del pueblo llano suele ser idéntica: ”Es que todos son iguales”. Esta apreciación, aparte de no responder a la realidad, suele ser injusta y por ende, ofensiva y lesiva para la clase política en general. Como en todas partes, hay buenos y malos. Es preciso distinguir y clarificar entre personas:
-El buen político busca el poder para servir a otros; no para medrar o enriquecerse él.
-El buen político es veraz e inspira confianza. El mentiroso no es de fiar. Contagia.
- El buen político busca el bien común. El malo, sólo el personal o el de su partido.
- El buen político reconoce y aplaude la obra bien hecha, aunque la haga su adversario.
- El buen político es intolerante con los “corruptos y mentirosos”. Cordón sanitario.
- El buen político antepone su conciencia a las consignas del partido. El malo, al revés.
- El buen político defiende el bien de España por encima de cualquier nacionalismo.
- El buen político es respetuoso con la Religión Mayoritaria del pueblo y Tradiciones.
-El buen político coherente con lo que anuncia su programa o promete en sus mítines.
- El buen político gasta su vida por los más pobres y necesitados de la sociedad.
- El buen político suma y multiplica adhesiones. El malo sólo resta y divide.
- El buen político es fiel a sus principios morales y a sus convicciones éticas.