De viaje en un coche, lugar en el que tengo comprobado se producen las mejores tertulias, me preguntó un amigo de dónde venía la asociación de la media luna y la estrella como simbología del islam. “¡Buena pregunta!” me dije, como se dice todo aquél que es incapaz de responder a la que le hacen, y me marqué en la agenda dedicar el tiempo necesario para intentar responderla. Pues bien, he aquí lo que encontré.
Hay indiscutiblemente una referencia a la simbología en el propio Corán, en un pasaje revelador que relata la conversación del patriarca Abraham, en la teología islámica el primer musulmán y padre de todos los musulmanes, con su padre, llamado Azar en el Corán, Téraj en la Biblia (ver Gn. 11, 26-32):
“Y cuando Abraham dijo a su padre, Azar: “¿Tomas a los ídolos como dioses? Sí, veo que tú y tu pueblo estáis evidentemente extraviados”.
Y así, mostramos a Abraham el reino de los cielos y de la tierra, para que fuera de los convencidos.
Cuando cerró la noche sobre él, vio una estrella y dijo: “¡Este es mi Señor!” Pero cuando se puso, dijo: “No amo a los que se ponen”.
Cuando vio la luna que salía dijo: “Este es mi Señor”. Pero cuando se puso dijo “Si no me dirige mi Señor, voy a ser ciertamente de los extraviados”” (C. 6, 74-77)
Texto que, como se ve, representa a la luna, y a la estrella como ejemplos de lo que no puede ser considerado como una correcta religiosidad, sino mas bien lo contrario.
Está atestiguada la importancia que en la Península Arábiga preislámica adquiere la adoración de la luna, hasta el punto de que muy posiblemente, el templo de la Kaaba en La Meca, único que Mahoma salva de la quema a la que somete a todos los templos de la ciudad cuando la conquista en 628 y no sin antes purificarlo en el modo que se indica en el propio Corán (ver C. 2, 125), estaba posiblemente dedicado a la luna, sugiriéndose que podría estar rematado por una media luna al modo de la adoptada como simbología por los musulmanes y de la que remata efectivamente, muchas de sus mezquitas.
En el propio Corán se mencionan una serie de deidades preislámicas, al-Lat, al-Uzza, y Manat (ver C. 53, 19-20), la tercer de las cuales, Manat, diosa del destino, es representada con una luna en fase menguante en la cabeza, al modo en que aparece en el minarete de las mezquitas.
La importancia de la luna en la religiosidad islámica es patente, hasta el punto de que, como se sabe, el calendario islámico es lunar, sus meses son lunares y lo marcan todo, incluso el ayuno del ramadán, por ser ramadán un mes que comienza y termina, como todos los islámicos, con una luna.
La media luna está presente en la bandera de muchos de los países confesionalmente islámicos, en todos ellos, salvo en un caso, el de Turkmenistán, en su fase menguante. Así ocurre en las de Argelia, Azerbaiyán, Comoros, Malasia, Maldivas, Mauritania, Pakistán, Túnez, Turkmenistán, Uzbekistán, y siempre, salvo en el caso de Maldivas, acompañada de la estrella de cinco puntas, presente, por su parte, en solitario, en las banderas de Burkina Fasso, Camerún, Djibuti, Guinea Bissau, Irak, Marruecos, Mozambique, Togo, Senegal, Siria, Somalia y Surinam. Reseñable es el caso de la bandera turca, llamada de hecho Ay yildiz (luna y estrella), roja según la diseñara el Califa Selim III y con la media luna y la estrella de cinco puntas tan vinculados a la simbología otomana desde que, según la leyenda, se presentaran en forma de visión a Mehmet II, la noche previa a la conquista de Constantinopla (la actual Estambul) en 1453.
Media luna y estrella de cinco puntas están presentes asimismo en la bandera de la Conferencia Islámica. La de la Liga Arabe por su parte, sólo recoge la media luna, de modo similar a como ocurre en la de la Cruz Roja de los países islámicos, llamada en ellos, como se sabe, Media Luna Roja.
Relacionado con la media luna islámica se halla también una pieza importante de la bollería mundial, la más universal quizás, el llamado croissant (“creciente” en francés, como la luna creciente; en Argentina, de forma bien significativa, se le llama “medialuna”), que habría sido “inventado” en la Viena posterior al asedio turco de 1683, el cual representaría. en pastelera simbología, una mano que sostiene una media luna, en representación de la liberación vienesa del yugo turco.
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