En estos breves días perentorios, a la espera del “gesto de buena voluntad litúrgica” del Arzobispado de Buenos Aires, creo pertinente hacer algunas consideraciones.
El caso del Obispo Adúltero ha tomado una dinámica propia, más allá de lo que pueda hacer Panorama. Está en diversos medios, algunos muy importantes y serios, con llegada directa a Roma. Otros no tanto, pero que alborotan. En algunos se ha publicado ya el nombre y la foto. Eso no tiene vuelta.
Mi decisión de aplazar la publicación no solo del nombre, sino de lo más importante, las pruebas del hecho, ha producido una serie de reacciones adversas.
Gritos:
1) Los que me acusan de haberme “vendido” por dinero, o haberme “callado” por temor. Bueno, no puedo defenderme de esta acusación, más que diciendo que lo que gratiutamente se afirma, gratuitamente se niega. El viernes 24 se precisaba tanto o más coraje para suspender la publicación que para seguir adelante. Esto lo digo ante Dios y en la certeza de que sólo muy pocos han comprendido el gesto.
2) Otros me conceden la rectitud moral, pero me acusan de torpeza y falta de inteligencia en el manejo del caso. Si es así, regocijémonos, porque Dios suele usar a los menos hábiles para hacer cumplir sus propósitos, a fin de que Su Gloria no quede opacada por ninguna intervención humana. Si esto le cayó al más torpe, es porque Dios está detrás.
3) Lamento que personas que me conocen bien y sobre cuyo aprecio a la Santa Misa Tradicional no he tenido nunca dudas, no hayan comprendido la trascendencia tanto espiritual como, en el buen sentido del término, “política” del pedido hecho al Arzobispado. De concederse, se pone en evidencia la falacia con que se finge hoy una libertad inexistente. Y de no concederse, se confirma esa misma falacia. Por otra parte, si quienes prometen hacer cumplir la justicia en el caso del Obispo Adúltero no pueden conseguir siquiera que la Arquidiócesis libere la misa tradicional... mejor que no prometan más.
Viendo las cosas desde un punto de vista más sobrenatural, ¿que cosa más necesaria para una diócesis en ruinas que el poder santificador de la misa Tridentina?
4) A los que dicen que he ido variando de posición: más allá de la eventual legitimidad de tomar decisiones prudenciales distintas en circunstancias distintas, les aclaro que si leen con detalle las notas en orden cronológico verán que este “gesto” siempre estuvo entre las demandas, como señal de que se tomarían recaudos para corregir la situación. Al que no lo quiera ver, silencio. Necio es argumentar con los necios.
5) Están, por otra parte los sedientos de sangre. No creo que “hayan amado la belleza de la Casa del Señor” (Ps. 68). Es curioso que nadie haya hecho referencia a esa cita que encabeza –en en sentido más propio, como que señala el espíritu de mi decisión- el artículo anunciando la demora por unos días de la denuncia, salvo que se cumpla con el gesto comprometido.
Susurros:
1) Voces abogadiles me llaman para hacerme recordar la existencia de vagos conceptos como “injurias”, “delito”, “accionar”, etc. Dicen representar a tales o cuales personas. Yo no les creo, porque si les creyera, entonces las promesas recibidas el viernes serían falsas. Y eso, aún no lo creo.
2) Personas piadosas me escriben pidiendo que no escandalice a las almas. Otras que no haga el juego a los enemigos de la Iglesia. Bueno, a unas les digo que las almas ya están escandalizadas, y no por mi culpa. A otros, que no saben distinguir entre los enemigos interiores y los exteriores.
3) Finalmente, hay –muchas- voces gentiles, pero de gentileza no afectada, que envían sus oraciones y apoyan la decisión que se tome. Son estas la voces que me desvelan, porque sus oraciones y sacrificios merecen una esperanza de redención. Muchas de estas muchas, son voces sacerdotales y religiosas, sufrientes. Y voces de fieles católicos que creen estar viviendo un mal sueño.
La pesadilla es real. El silencio arquidiocesano, absoluto. El tiempo acotado y la decisión firme. ¡No dejen de rezar, por caridad! Y que se haga la voluntad de Dios.
San Miguel Arcángel, ¡ruega por nosotros!