Los que tienen una visión materialista de la vida se empeñan en convencernos que en el seno materno, hasta tres o cuatro meses después de la concepción, solo hay un puñado de células que corresponden a un ser, que no llaman humano. Dan a entender que el hombre no existe hasta que no lo decidan la “leyes”.  Como es un ser, un puñado de células, se puede extirpar como si fuera un forúnculo, y no pasa nada. Con los embriones de los linces hay que llevar más cuidado porque parece que se valoran más por haber pocos. Y cuando en una sociedad al ser humano se le pierde el respeto desde que empieza a existir, desde el momento de la concepción, todos los demás valores pierden categoría. Llegan incluso a anularse si no nos convienen.

            El aborto está a la orden del día, sea en la semana que sea, o en el día que sea. El sexo se ha convertido en juego, en un entretenimiento, en un vicio. Pero desgajado de su finalidad primera. Es como si a la comida le quitamos la función nutritiva para convertirla solo en placer, llegando incluso al vicio de la gula. ¿Nos sentimos más libres cuando obramos por nuestra cuenta? Dice Benedicto XVI: La humanidad tiene siempre la tentación de querer ser siempre autónoma, de seguir sólo su propia voluntad y de considerar que sólo así seremos libres. Que sólo gracias a esa libertad sin límites el hombre sería completamente hombre. Pero precisamente así nos ponemos contra la verdad, dado que la verdad es que debemos compartir nuestra libertad con los demás y sólo podemos ser libres en comunión con ellos… Sólo puede ser libertad verdadera si entramos en la voluntad de Dios (20.3.2008)

            Ofrecemos unos vídeos que nos llevan de “visita” al interior del útero materno para contemplar la vida desde antes de nacer. Merece la pena verla y agradecerla: 


www.youtube.com/watch