¿Quién no aprovecha el fin de semana para hacer algunas compras pendientes, y se va a un centro comercial? Imagino que la mayoría de los que lean estas líneas alguna vez lo ha hecho. Yo he estado en uno de ellos esta mañana. He llegado a primera hora, casi cuando abrían las puertas. Había sitio de sobras en el aparcamiento, y los que llegábamos a esa hora nos hemos llevado lo mejor: poca gente y unos dependientes que estrenaban un largo día de trabajo con nosotros, por ello, nos han obsequiado con las mejores sonrisas y una atención personalizada.
Recorriendo los limpios pasillos, y mientras respiraba el aire todavía nada enrarecido de "calor" humano, me he detenido a pensar en la cantidad de gente que iba a frecuentar este lugar en el día de hoy, en cuáles serían sus motivaciones, el impulso para salir de sus casas y acercarse ahí. Muchos a comprar algo necesario, pero creo que la mayoría acude, o acudimos a los centros comerciales a recrearnos la vista con la luz y el color que allí se despliega. Hay consumismo, pero también hay belleza. Yo hoy me he quedado con la belleza.
Sí, he comprado lo que necesitaba, pero sobre todo he consumido buenas ideas y creatividad para "exportar" en mi casa.
Cuando salía, ya comenzaban a llegar familias enteras, madres con hijas, abuelos con nietos, padres solos, en fin, todas las combinaciones posibles... Para muchos, es el plan del sábado, llenar carros de comida, de fiesta, de color. Poner una estantería, colgar unos cuadros, comprar ropa para el frío que viene... Da igual el plan, el caso es estar en familia.
A mi modo de ver, ya que vamos a estos centros, vale la pena optimizar la visita, prepararnos antes de salir e ir con espíritu positivo para no volver luego a casa desgastados y agobiados.