La vida muchas veces es como enfrentarse a un inmenso y multicolor mapa de Metro. Si uno lo ve por primera vez, ¡madre mía! Le da la sensación de que llegar a un destino es como completar una gymkana. No digamos nada cuando uno ni si quiera sabe cual es el destino, pero bueno… Una vez que se tiene claro que uno está donde está, y a dónde tiene que llegar… solo hay que fijarse, y como en todo, uno puede dar un rodeo de mil pares de narices, o buscarse los atajos. 

Dentro del inmenso nudo que es el Metro de Madrid, con sus líneas clásicas, línea circular, Metro Sur, Metro Ligero y otras variedades posibles que la tecnología ha podido aportar al mundo del suburbano, existe una de ellas de lo más sencilla, pequeña, imperceptible en el enorme mapa de Metro a no ser que la tengas que utilizar. A penas tiene mil cien metros de longitud y tan solo une dos estaciones. Una minucia al lado de la obra faraónica que es el Metro de Madrid. Es un auténtico atajo escondido a los ojos de muchos que dan rodeos tan entretenidos como innecesarios. 

Este atajo tiene nombre: Es el Ramal Opera – Príncipe Pío. Lo que tiene de particular el Ramal es que, pareciendo tan nada, tan poca cosa, pasando tan desapercibido, es el medio que sirve cada día a miles de personas para hacerles llegar a su destino. Lo hace de una forma sutil. De hecho, dentro del galimatías multicolor que es el plano de metro, el Ramal es el único tramo que no viene coloreado. El Ramal es blanco con las línea azules, colores, mira tú por donde, marianos por excelencia. 

No siendo la idea mía, me ha servido para darme cuenta de cuan necesaria es la Virgen María para llegar a nuestro destino. Ella es un medio, un ramal entre nosotros, pecadores de la pradera que andamos más veces que menos perdidos por este mundillo llamado vida, y nuestro destino eterno en el Seno del Padre. 

Ella es una guía sutil, que cuando obtiene un milagro para tu vida y en  tu vida, lo hace con la suficiente discreción para que ni el que esté a tu lado se dé cuenta. Siendo la madre de Dios, pasa desapercibida. Nada de colores llamativos. Blanco y azul. Y estando siempre presente, no le gusta molestar, para que nadie se queje, ocupando tan solo un pequeño tramo dentro de un mapa sudokiano. 

María fue el ramal entre Jesús y muchos discípulos en aquella boda que acabó a menos diez.

 María fue el ramal entre el cielo y la humanidad. 

María es el ramal que une el amor del Padre con tu corazón, su hijo. 

María es un atajo para llegar al cielo.

 María se ofrece sin darte cuenta para que seas como ella: portador de Cristo en tu interior en lo que es la Comunión. 

Medjugorje es un fenómeno al que mucha gente se ha subido sin darse cuenta de que ese viaje cambiaría su vida, con un destino único y concreto: Cristo. 

Todo esto es verdad, y aunque mirra el mapa asuste del primer vistazo, las instrucciones son sencillas. Para que el Ramal te lleve de Opera a Príncipe Pío, solo te tienes que subir. Mueve tus pies que el cuerpo te seguirá. Si te quedas en el andén, no hacemos nada. Así que, hala. No tengas miedo. Pocas veces un tramo tan pequeño te llevó a un destino tan grande.

Si quieres empezar, pincha AQUI.