Así explica Renzo Allegri cómo rezaba la Madre Teresa:
Cuando pienso en Madre Teresa, la imagen que se me viene en seguida a la mente es a ella en oración. La primera vez que viajé en coche con ella, tuve el honor de sentarme a su lado.(...)
El coche aceleraba nervioso en el tráfico caótico e intenso. A veces frenaba bruscamente, daba volantazos, arrancaba imperioso, agarraba las curvas de forma temeraria, era abordado por otros coches, impacientes y agresivos, que lanzaban amenazas con penetrantes golpes de cláxon. Yo estaba agarrado al manillar y miraba con preocupación al conductor, muy bueno pero imprudente. Madre Teresa, en cambio, estaba absorta en la oración, y no se daba cuenta de nada.
Acurrucada en su asiento, estaba hablando con Dios. Tenía los ojos semicerrados. El rostro arrugado, doblado sobre el pecho, estaba transfigurado. Parecía casi que emanara luz. Las palabras de la oración salían de sus labios, precisas, claras, lentas, casi como si se detuviera a saborear el significado de cada una de ellas. No tenían la cadencia de una fórmula continuamente repetida, sino la frescura del diálogo, de una conversación viva, apasionada. Parecía que la Madre hablara realmente con una presencia invisible.
A mi modo de ver el nuestro es tiempo de oración, de recogimiento, de contacto con Dios. Ante un mundo que se mueve febril y frenético los que una vez aprendimos a orar y sabemos hacerlo, conviene que lo hagamos.
Si eres una persona orante, vives en el mundo y estás presente. Conectado con el cielo, aprendes a moverte no por cálculo o interés sino por impulso espiritual. Si oras, el Espíritu Santo va acoplándose y moldeando tu personalidad, de forma que poco a poco vas orientando tu quehacer según el parecer de Cristo, que vive en ti.
Él nos lo enseñó, pues constantemente, a lo largo de su vida pública, "se retiraba a orar". Han seguido su estela todos los santos que han sabido descubrir y gustar de la oración, pues en ella y desde ella encontraron el sentido y la clave de su existencia.
De hecho, todas las personas que han hecho algo significativo en la vida, gente de a pie como tú y como yo, al final siempre cuentan su secreto, que es entrar en la cámara del Esposo, amar y dejarse amar.
¿Te animas?