Una de las cosas que menos me gusta de entre los peregrinos de diferentes lugares, es que se piensan con cierta frecuencia que sí, que todo está bien, pero que lo suyo es lo mejor. Bien porque su sitio está más cerca, bien porque su fundador es más bueno o bien... en fin, por lo que sea… 

Lo mismo pasa con los movimientos en verdad, cuantos católicos me he encontrado que barren para casa, como si las demás habitaciones de la casa no fuesen tan buenas como la suya, o como si el Dueño de la casa no supiese qué estancia le conviene a cada uno.

A mí, lo de las rivalidades entre movimientos o corrientes de gracia, me deja perplejo. ¡Menudo ejemplo de Iglesia! ¡Menudo ejemplo de apertura al Espíritu Santo!

Tengo la suerte de haber conocido Medjugorje, Lourdes, Fátima y un buen número de lugares y santuarios en los que la gracia de Dios se desparrama a raudales. En España, en Europa, en Asia, en América... Uno de entre muchos ellos es El Escorial.

He escrito sobre el Escorial numerosos artículos, conozco la historia de las apariciones, la de Luz Amparo, y tres de las residencias de las Hermanas Reparadoras. Conozco a buena parte del entorno de Luz Amparo, el estatus jurídico de su fundación y estoy enterado del curso y seguimiento que hace de este fenómeno al detalle.


Todo me parece fenomenal. Ahora bien, si alguien tiene un problema con que haya gente que necesita irse a Bosnia desde Madrid, teniendo el Escorial tan cerca, que lo discuta con Dios, que es quien ha montado todo esto.

 

Cada uno tiene su momento, su lugar y su llamada, y si nos ponemos farrucos, pues diré que, en realidad, no hace falta ni Medjugorje, ni Escorial, ni Lourdes. Ni Camino Neocatecumenal, ni Opus Dei, ni monjas de una capa o de otra. Porque todo lo que podemos necesitar y poseer en esta vida se esconde cada día en el mayor misterio y milagro del mundo: cualquier Eucaristía; y todo lo que necesitamos está ya contado en

 

No hay movimiento superior ni mayor al movimiento de , fundada por Cristo.

 

No hay orden ni congregación mejor que la comunidad cristiana entera.

 

No existe fenómeno místico milagroso más sublime y que nos acerque más a Dios que cualquier sencilla Eucaristía.

 

Para vivir en clave de Dios no se necesita nada más que eso. Si por lo que sea, el Señor ha llevado a unos de sus hijos a la conchinchina para que le conozca, y alguien tiene algún problema, que lo discuta con Dios, que es el Señor de todo esto. Que se alegre, porque han hallado a Dio y que deje de protestar y que rece. Con lucidez... o sin ella.