Todo. Dios viene a ser en mi vida como el eje sobre el que gira la rueda. Sin él, la rueda no puede funcionar. Mi vida sin Dios no tendría sentido. Y te lo contesto así, con esa rapidez e inmediatez. Si se borrase Dios de mi horizonte, me sentiría frustrado. Dios para mí lo es todo. Es mi único punto de apoyo; es lo que motiva todas mis decisiones y proyectos.
Imagínate situaciones como la pérdida del padre o de la madre o de un gran amigo en quien confías o del novio o de la novia con quien se va a comenzar una nueva etapa de la vida. Todas las esperanzas puestas en ellos se vienen abajo. El futuro se derrumba.
Esas personas vienen a ser como puntos en que nos apoyamos en la construcción de nuestro futuro, pero no son los únicos puntos de apoyo; son siempre apoyos relativos.
Mi único punto de apoyo absoluto es el Señor. Prescindiendo de Dios, me encontraría sin horizontes y sin futuro y da la casualidad de que ese absoluto no es un ser lejano sino un amigo íntimo.
Cuando yo estoy pendiente de Dios, no lo estoy como de un ideal noble y elevado o como de un sistema doctrinal o moral, sino como de un amigo!
Lo veo sobre todo presente en Cristo, el Dios encarnado, el Dios cercano, el Dios amigo que se me presenta con un cariño impresionante. Cristo me ha enseñado a llamar a Dios, Padre. Me siento amado y querido por todo un
Dios que me ha entregado a su Hijo que ha dado su vida por mí.
Yo percibo dentro de mí la acción del Espíritu que me va conduciendo hacia el Padre y tengo con El esa confianza que cualquier hijo tiene con su Padre. Pero lo que más noto es la cercanía de Cristo. Y ahí es todo confianza, amistad, sinceridad, ausencia de temor, paz; es sentir la seguridad de estar con el amigo.
Y le hablo y le escucho; y le hablo, incluso con la naturalidad de quien bromea de vez en cuando con el amigo, y quisiera que todos le conociesen y le amasen como verdadero amigo. Yo le he dedicado mi vida al Señor. Se la he dedicado toda entera. Los demás amores los he reorientado de cara a El. Si he renunciado a tantas cosas a las que no se renuncia con facilidad, lo he hecho para estar pendiente Únicamente de El.
Lo que siento es no ser como El quiere que sea. Y quiero cambiar y me cuesta y no acabo de conseguirlo; a pesar de ello, soy consciente de que no pierdo ni su cariño ni su confianza. Sigo sintiéndome amado y querido por El. No me siento recriminado; me recrimino yo. Y me arrepiento, pero sin desesperanza, y veo que tiene paciencia y aguante conmigo; y eso me estimula más puesto que no veo en El al amigo que siempre se está quejando.
Y me habla, y claro que percibo su voz. Me habla a través de tantos hermanos que le están entregando sus vidas con una entereza Y con una generosidad impresionantes; porque es que percibes la acción y la voz de Dios. Y si está presente en cualquier hombre de buena voluntad, lo está de manera especial en aquellos que se le entregan sin condiciones. Lo peor es que me deja campo abierto. Yo creo que me está repitiendo lo que tantas veces dijo: Si quieres... Y a veces no acabo de querer.
Me siento estimulado cuando veo tanta gente buena que quizá ha recibido mucho menos que yo y que le está respondiendo extraordinariamente. Para mí no hay mejor
estímulo que ver la sencillez de la dedicación gratuita de tantas vidas de hermanos que no viven más que para El.