Por el interés que entiendo tiene, transcribo a continuación el texto del mensaje dirigido por el Consejo pontificio para el diálogo interreligioso de la Santa Sede con ocasión del fin del ramadán, firmado por el presidente, Cardenal Jean-Louis Tauran, y el secretario, Arzobispo Pier Luigi Celata, titulado “Cristianos y musulmanes, juntos para vencer la violencia de fondo religioso”, publicado en L’osservatore romano, con fecha 5 de septiembre de 2010, anticipándose, eso sí, unos días al final del ramadán, que ha tenido lugar en realidad, como veíamos, hace ya una semana, coincidiendo con la luna nueva que ponía fin al mes de ramadán.
 
            El texto del mensaje es el siguiente:
 
            “Queridos amigos musulmanes:
 
            1. El Id al-Fitr, la fiesta con la que se concluye el Ramadán, constituye, una vez más, una ocasión propicia para transmitiros los cordiales deseos de paz y alegría del Consejo pontificio para el diálogo interreligioso.
 
            A lo largo de este mes, estáis comprometidos en rezar, ayunar, ayudar a los más necesitados y fortalecer las relaciones de parentesco y amistad. Dios no dejará de recompensar estos esfuerzos.
 
            2. Me alegra también saber que creyentes de otras religiones, sobre todo cristianos, están espiritualmente cercanos a vosotros en estos días, como lo demuestran los encuentros amistosos que a menudo dan lugar también a diálogos de carácter religioso. Asimismo, me complace pensar que este Mensaje podrá ser una contribución positiva a vuestras reflexiones.
 
            3. El tema propuesto este año por el Consejo pontificio: "Cristianos y musulmanes: juntos para vencer la violencia entre fieles de confesiones diversas", por desgracia, es de gran actualidad, al menos en algunas regiones del mundo. El Comité mixto para el diálogo, instituido por este Consejo pontificio y por el Comité permanente de al-Azhar para el diálogo entre las religiones monoteístas, lo escogió como tema de estudio, reflexión e intercambio para su última reunión anual (El Cairo, 23-24 de febrero de 2010). Quiero compartir con vosotros algunas de las conclusiones publicadas al final de ese encuentro.
 
            4. Entre las causas de la violencia entre creyentes se encuentra la manipulación de la religión con fines políticos o de otro tipo; la discriminación basada en la etnia o en la identidad religiosa; las divisiones y las tensiones sociales. La ignorancia, la pobreza, el subdesarrollo y la injusticia son también fuentes directas o indirectas de violencia entre las comunidades religiosas, pero también en el interior de las mismas. Las autoridades civiles y religiosas deben contribuir a resolver esas situaciones con vistas al bien común de toda la sociedad. Las autoridades civiles deben hacer que prevalezca la superioridad del derecho garantizando una verdadera justicia para detener a los autores y promotores de la violencia.
 
            5. En ese texto figuran también importantes recomendaciones: abrir nuestro corazón al perdón mutuo y a la reconciliación, para una convivencia pacífica y fructífera; reconocer lo que tenemos en común y respetar las diferencias, como base de una cultura de diálogo; reconocer y respetar la dignidad y los derechos de todo ser humano, sin ninguna distinción basada en la etnia o la afiliación religiosa; necesidad de promulgar leyes justas que garanticen la igualdad fundamental entre todos; la importancia de la formación para el respeto, el diálogo y la fraternidad en los diversos ámbitos educativos: en casa, en la escuela, en las iglesias y en las mezquitas. Así podremos contrarrestar la violencia entre fieles de religiones diversas y promover la paz y la armonía entre las diferentes comunidades religiosas. La enseñanza de los líderes religiosos, pero también los manuales escolares que tienen la preocupación de presentar las religiones de una manera objetiva, revisten, como la enseñanza en general, una importancia decisiva en la educación y en la formación de las generaciones jóvenes.
 
            6. Espero que estas consideraciones, así como las reacciones que susciten entre vosotros y en las conversaciones con vuestros amigos cristianos, contribuyan a la continuación de un diálogo cada vez más respetuoso y sereno, sobre el que invoco las bendiciones de Dios”.
 


 
 
Del ramadán que inician hoy nuestros hermanos musulmanes
De un hermoso ejemplo, éste sí, de diálogo íslamo-cristiano
De Obama, el Nobel, el Califato y la Inquisición