Ha presentado ayer la Casa Sefarad que representa en España a la comunidad judía, una encuesta sobre antisemitismo e islamofobia que, en su sólo nombre, ya nos aporta un dato importante, cual es el de que en la lengua española, el antisemitismo es más antiguo que la islamofobia, razón por la cual, cuando de judíos se trata, se usa el tradicional prefijo anti-; y cuando se trata de musulmanes, se usa el más "moderno" (y politizado) sufijo –fobia. Más allá de cuestiones semánticas casi anecdóticas, los resultados de la encuesta no dejan de llamar la atención.
En primer lugar, a la pregunta “¿es su opinión favorable o desfavorable con respecto a los siguientes países?”, se muestra favorable o muy favorable hacia la nación palestina al 33,7% de los españoles (uno de cada tres españoles), en tanto que se muestra favorable o muy favorable hacia la nación israelí, un exiguo 23,6% de los españoles (ni siquiera uno de cada cuatro). Contemplando el vaso desde el otro lado, se muestran desfavorables o muy desfavorables a la nación palestina un 50,4% de los españoles (la mitad en números redondos), pero son desfavorables o muy desfavorables a la nación israelí un 63,4% (casi dos de cada tres).
Ante esta opinión inicial, a la cuestión “¿qué opinión le merecen las siguientes religiones?” que también realiza la encuesta, habría sido de esperar una respuesta coherente que reflejara una mayor simpatía hacia el islam que hacia el judaísmo... Pues bien, ni mucho menos, porque desde tal punto de vista, uno de cada tres españoles (un 34,6%) tiene una opinión desfavorable sobre el judaísmo (es antisemita), pero más de uno de cada dos españoles (un 53,6%) tiene una opinión desfavorable sobre el islam (es islamófobo).
¿Qué quiere ello decir? Pues bien, quiere decir que los españoles, por razones equis las que sean –probablemente muy vinculadas al debate político-, sienten una simpatía natural hacia el islam frente al judaísmo, la cual expresan en su preferencia por la nación palestina sobre la israelí. Pero cuando se trata de definir la convivencia con la religión en cuestión y sus practicantes, perciben como menos problemático al judaísmo y sus adeptos, que al islam y los suyos. Ello es tanto así, que en este extraño país que es el nuestro, mayoritariamente católico, con un noventa y tantos por ciento de la población bautizada, ¡para un 14,6%, no se lo pierdan, de los españoles (uno de cada siete) son problemáticos los católicos!, frente al exiguo 10,5% (uno de cada diez españoles) que considera que son problemáticos los judíos. Un porcentaje que cuando se trata de musulmanes, asciende a un significativo y hasta preocupante 35,8%.
He tenido ocasión de decirlo en otros artículos. Yo viví en Francia un año hace ya más de veinte, una parte del mismo en un barrio mayoritariamente musulmán. Sin querer enjuiciar a toda la comunidad musulmana que residía en Francia y ciñéndome a la que yo conocí, percibí en aquellos musulmanes un afán cierto por integrarse en la sociedad de acogida, asimilando sus costumbres a las francesas en todo aquello que no representaba una ruptura de raíz con su cultura, llamémoslo así, “premigratoria”. Es decir, seguían acudiendo a la mezquita, seguían practicando el ramadán, pero se vestían en todo como franceses, (tantos ellos como ellas), y gustaban de comportarse, ellos y ellas, como perfectos franceses, y hasta llevaban a gala relacionarse con ellos.
Hoy en España y aún en Europa, percibo que los musulmanes llegan a las sociedades de acogida con pocas ganas de transigir en la menor de sus costumbres, practicando comportamientos que, en muchas ocasiones, ni en sus países de origen practican, léase velos y otras prendas, convertidos en verdaderos instrumentos de autoafirmación y reivindicación más que en otra cosa. Y ello aun cuando percibo también, que dicha utilización de los citados instrumentos de presión, no son mayoritarios en las comunidades musulmanas que conviven con nosotros, pero sí alcanzan a un número significativo de adeptos muy ideologizados, los cuales consiguen transmitir su sello al resto de la comunidad. Con un ejemplo, para que nos entendamos, algo parecido a lo que en Cataluña ocurre con el nacionalismo, donde como he sostenido tantas veces, es nacionalista y antiespañol un exiguo porcentaje de la población catalana, pero tan activista y fanatizado, que consigue transmitir del sentimiento catalán hacia España, una impresión muy diferente a la real.
Si quiere ver la encuesta sobre antisemitismo e islamofobia en su totalidad:
Si quiere ver el resumen de sus datos más significativos: