En los famosos test a los bancos europeos no se ha evaluado el riesgo de quiebra soberana al que están expuestos los bancos (http://www.libertaddigital.com/economia/la-banca-alemana-juega-sucio-oculta-la-cartera-deuda-soberana1276398230/). Pero es que el mayor riesgo que tiene Europa en su conjunto,  en este momento, es precisamente  el riesgo de que algunos de los países de la Unión no puedan hacer frente a sus deudas. Si las deudas las tienen con los bancos –con sus depositantes, aunque ellos no lo sepan- de países de la Unión, esos bancos están claramente en riesgo de suspensión de pagos. ¿Por qué ocultan los riesgos de deuda soberana? Porque en Europa no existen países en riesgo y otros que no lo están; toda Europa está en riesgo. El sistema económico europeo ha consistido en mantener un conjunto de normas que han llegado al extremo de imposibilitar la competencia, han liquidado la iniciativa y han facilitado el surgimiento paulatino de una burbuja de empleo ficticio –la madre de todas las burbujas-. En los supuestos países más productivos  –Francia o Alemania-, el sistema se ha mantenido a costa de créditos a los países más improductivos para que consuman el producto Made in EU y de normas proteccionistas que gradualmente se han visto obligados a relajar. Por esta razón, Francia y Alemania, están tan en riesgo de quiebra como los llamados PIIGS. De hecho, la relajación de las normas proteccionistas no ha sido voluntaria, sino forzosa y sin más objetivo que disimular la continua pérdida del poder adquisitivo del euro y el dólar.
 
Que nadie se engañe, en estas decisiones no había ningún aprecio a la libre circulación de mercancías ni conversión al liberalismo económico. Los políticos no creen en la libertad de las personas y cuando han visto que el invento se les desmorona, han tirado de lo que tenían más a mano para intentar mantenerlo. Flexibilizaron el libre trasiego de mercancías y capitales y pensaron que les saldría rentable aparentar que, de repente, les había entrado el fervor por la “libertad del mercado” que, por cierto, no cuela. Si la cosa no funciona, entonces la culpa no es de ellos sino de esa cosa a la que ellos llaman “libertad de mercado” y que poco tiene que ver con la LIBERTAD DE MERCADO y se parece más a la esclavitud en las galeras. Por ello, las importaciones asiáticas baratas simplemente han sido un instrumento útil para crear la ilusión de que el euro y el dólar mantenían su poder adquisitivo. ¿Habría que acabar entonces con ellas? No, porque no son el origen ni tienen nada que ver con el problema monetario actual. Solamente han servido como parche temporal para tapar el agujero que el sistema fiduciario ha creado. El problema, dejemos de marear la perdiz, es el sistema monetario fiduciario en sí mismo. De hecho, limitar las importaciones asiáticas de cuajo, al día de hoy,  simplemente haría despertar a los europeos y a los norteamericanos a la cruda realidad: el dinero en circulación NO VALE lo que creemos, aparecería una inflación galopante y los políticos, salvo en sus balances bancarios, quedarían al descubierto. De ahí que Obama primero se hiciese el gallito con las manipulaciones del yuan, para luego ir corriendo a decirles que lo revalúen pero que lo hagan muy poquito a poco, como si el “poco a poco” pudiese evitar el veredicto ineludible del dólar y el euro. Todos estos farsantes y manipuladores del dinero ficticio saben que las importaciones, a costa de los “esclavos” orientales, sólo han permitido camuflar durante algunos años la realidad: al euro y al dólar apenas les queda poder adquisitivo ni para comprar productos fabricados con esclavos.
 
Y que nadie la tome con los chinos –los ciudadanos chinos-, porque ni son los culpables ni salen beneficiados. Primero, porque ellos, con la colaboración de sus dirigentes políticos, se han convertido en nuestros esclavos y, segundo, porque saben de sobra que hay un riesgo serio de que, al final, no les paguemos nada a cambio de los productos que nos han fabricado. Basta con que Bernanke y Trichet aprieten el botón ON en sus imprentas de última generación, para que los dólares y los euros en las reservas chinas se conviertan en el almacén de Colhogar. Todos los productos importados en los últimos años nos los habrían regalado.
 
Al igual que el resto de los cuentos, este también ha tenido su presentación –leyes de curso legal de mediados del siglo XIX a principios del XX-; nudo –supresión y prohibición de la circulación de dinero real y tangible dentro de EEUU en los años 30 y en el sistema de intercambio internacional en los 70-; y desenlace –colapso de la pirámide de crédito creada con dinero imaginario-. Estamos en pleno desenlace. Europa, EEUU, China y el resto del mundo, tal cual lo conocemos y con este sistema monetario, no son más que enfermos terminales conectados al gotero del dinero ficticio (deuda). El derrumbe del mayor esquema Ponzi de todos  los tiempos –el actual sistema monetario fiduciario- es sólo una cuestión de tiempo. Aunque la canciller Merkel piense que el tiempo se puede comprar, no se puede, y menos cuando no se tiene ya un duro. Por mucho que se empeñen algunos, sin argumentar en qué basan sus pronósticos (http://www.libertaddigital.com/economia/nitin-metha-el-euro-sobrevivira-y-europa-tiene-un-gran-futuro1276398082/), en cuanto caiga el dólar, el euro va detrás, si no sucede al revés. Lo mismo para el resto del papel fiduciario (confeti). Fin de la fiesta del confeti y bienvenidos a la realidad, que es a lo que nos vamos a intentar aproximar en este blog.