“Tenías razón. Es ahora cuando empieza lo bueno”.
Esta frase con tono a topicazo universal se hace eco una y otra vez estos días, cuando los peregrinos de Medjugorje van volviendo de sus diferentes peregrinaciones y se dan cuenta de que es verdad, de que es una gozada volver al día a día, a la rutina, y palpar que algo ha cambiado en su vida.
No ha sido ni el jefe ni el trabajo, eso todo sigue igual. Lo que ha subido no ha sido tu sueldo, sino el IVA. El barrio es el mismo. La hipoteca, la enfermedad, las penas de unos y las angustias de otros. Eso todo sigue igual. Incluso el Madrid sigue pareciendo el del año pasado... Pero no. Suelen pasar unos días, semanas acaso, para que tanta gente que viene con ese “tenías razón, ahora empieza lo bueno”, se de cuenta de que el cambio está dentro y no fuera. Lo cual, hace que nada sea igual.
Debo de parecer un paleto escribiendo en este blog siempre de lo mismo-con las excepciones futboleras-, pero es de lo que me pidió escribir el director de ReL. Ya sé que hay más peregrinaciones, mas lugares santos, preciosos, especiales, únicos. Cada cual sabe cual es su sitio. Gracias a mi trabajo y a otras excusas que se ha buscado nuestro buen Dios, he conocido muchos de ellos. Sin embargo, el aluvión de emails, sms’s y llamadas como los de estos días solo los vivo tras volver de este lugar en el que, sencillamente, si está ocurriendo lo que se dice que está ocurriendo, o no, pues da un poco igaul, porque enrealidad que más da que unos chicos vean a la Virgen si no la veo yo, y que más da que unos chicos vean a la Virgen si yo no me convierto. Y que más da que no la vean si... si Dios me da la vuelta.
El “lo bueno empieza ahora” lo juzgan los expertos con un “a ver cuanto le dura a este la conversión”, expresión ante la que sonrío cuando una persona se ha confesado tras diez años sin hacerlo, cuando una pareja de novios que viven juntos se vuelven de allí con un anillo de compromiso en el dedo, o cuando una niña de ojos anacarados deja a su chico para meterse en un convento, y los dos se lo toman con una alegría que da envidia.
Buscas una comunidad, un grupo de oración, algo en lo que compartir lo que ahora es más importante para ti quitándole tiempo a lo que antes hacías, y eso también puede que sea nuevo. Si esto es así, no es que ahora empiece lo bueno, es que ahora empieza lo mejor.
Si todo sigue igual menos tú, entonces tú puedes hacer que nada siga igual. Con paciencia, con oración y confianza. Transforma tu alrededor, sonríele a la vida, dale caña mariana. Eres una bendición para el mundo cuando has vivido una experiencia de Dios. Vuelve, dalo todo. Los que no han vivido una experiencia de Dios, te necesitan. Y si conviven contigo un buen número de horas al día, lo siento. Ellos no lo saben, pero de alguna manera, ya están dentro. Y no te preocupes cuando el desierto aparezca ante tus ojos. Antes de que te des cuenta, estarás nuevo… de nuevo. Es necesario para el crecimiento.
Os copio el último testimonio que he recibido esta misma mañana de un peregrino que vino al Festival de Medjugorje. Y demos gracias a Dios.
Hola a todos/as!
Os mando lo que yo viví con vosotros esos maravillosos días:
Ganado el Jubileo en Santiago de Compostela, voy a ver a arengado por su irresistible sonrisa: Manu, tienes que venir...
La fe que me inspira esa sonrisa me ayuda a entender el fenómeno de las apariciones con claridad lo que atenúa la curiosidad natural por experimentar milagros. El objetivo es otro: acompañar a , agradarla con mi presencia en Medjugorje pasándolo bien durante unos días.
Sin embargo los milagros vienen, lo sobrenatural se da con clarividencia y sin margen para la duda, en la intimidad y a la vista de todos: son como guiños divertidos de Dios que parece decir: sé que crees pero por si alguna vez te falta la fe esto te ayudará… Es el cariño del Señor con detalles de Padre que quiere que vaya al Cielo y que se desvive por salvarme.
Y las emociones no se terminan: nos dice ese mismo día en ese mismo lugar: Queridos Hijos: Hoy os invito a que junto a mí, empecéis a construir en vuestros corazones el Reino de los Cielos y a olvidar lo personal, y guiados con el ejemplo de mi Hijo penséis en lo divino. ¿Qué es lo que Él quiere de vosotros? No permitáis a Satanás que os abra los caminos de la felicidad terrena, los caminos en los que no está mi Hijo. Hijos míos, éstos son falsos y duran poco. Mi Hijo es el que es. Yo os ofrezco la felicidad eterna y la paz, la unidad con mi Hijo, con Dios, el Reino de Dios. ¡Os doy las gracias! ”
Es un cariño el de que enamora, conquista y convierte; nutre de deseos y libera el corazón; arrastra y empuja a ponerle fe a todo; cariño que convence y predispone a concretar propósitos de cambio visceral, de dejar de hacer lo que hacemos y empezar una vida radicalmente distinta. ¡Qué bonito es pensar que Ella hace suyo, con lo que ello supone, este proyecto de cambio a convertirnos en Hombre Nuevo!
Noto que, inmerecidamente, soy el blanco de las gracias de Dios, quien quiere que mi alma se purifique mediante , un desagüadero estupendo, que me llena de paz y me deja ver en mi vida es un frondoso campo en el que trabajar: “Sé Santo como tu Padre Celestial es Santo”. Ya no hay escusas, todo es posible, todo está en mi mano. Y no puedo ocultar mi sonrisa como tampoco mis lágrimas.
Busco momentos que me roben el aliento y los encuentro. Los encuentro y disfruto cada vez que recibo al Señor y le adoro. Uno entiende el porqué del enfado de Satanás cuando me ve de rodillas poniendo el corazón como alfombra para el Amor de los Amores.
El Señor me lleva al Tabor pero también me muestra el sufrimiento en su plan. El viaje, como respuesta a una cariñosa llamada de , empieza y termina en Madrid pero con un claro destino último: el Krizevac donde me espera Jesucristo agonizando. Me doy cuenta que mi vida es cruz: ¡Señor quiero llegar a ti, llevando con garbo y alegría la cruz, para poder pedir lo que pidió el Ladrón arrepentido: que al mirar tu rostro cara a cara, sea feliz viendo tu gloria!