Ayer lunes, 2 de agosto, la archidiócesis de Burgos ha informado de que la Santa Sede prorroga hasta el próximo 5 de junio de 2022, solemnidad de Pentecostés, el Año Jubilar con motivo del VIII Centenario de la Catedral de Burgos, con todas sus indulgencias y beneficios espirituales asociados.
Bien, pues hoy nos retrotraemos a una noticia de La Hormiga de Oro, publicada el 8 de noviembre de 1934, y que lleva por título: Burgos. Instalación de un equipo amplificador microfónico en su histórica Catedral.
Así podemos leer en el artículo:
«El momento actual, con la agudización que vienen experimentando todos los valores morales de las masas, ya en un sentido, ya en otro, ha hecho que la concurrencia de fieles a los cultos y en especial a los sermones de los más eminentes oradores haya aumentado en tal forma que ya han sido muchas las catedrales e iglesias que se han visto precisadas a estudiar la fórmula que permitiera hacer llegar la voz del orador hasta el rincón más apartado del local, y en muchos casos hasta al exterior, claustros, etc., a fin de que la muchedumbre que no pudo hallar sitio cerca del predicador pudiera escuchar su palabra con toda comodidad.
Una de estas catedrales es la maravillosa de Burgos, en la que, desde que se ha inaugurado su espléndida instalación de altavoces, es posible, desde cualquier distancia, en las naves, en el trascoro, en el trasaltar y aun en el interior de las capillas, oír perfectamente la divina palabra, como si el oyente se encontrara al pie mismo del púlpito.
La instalación a que nos referimos, hecha por la «Anglo-Española de Electricidad, S.A.», es una instalación acabada, perfecta, con el material más moderno, con todas las garantías de seguridad y un respeto absoluto, casi exagerado, al arte que campea en los más mínimos detalles de la Catedral.
Más de tres kilómetros de cable se han tendido, sin maltratar una sola piedra, sin un clavo a la vista, sin el más leve perjuicio de un detalle del arte, de tal manera disimulado, que resulta prácticamente invisible. Hasta los altavoces de emplazamiento obligado, y por ello imposibles de ocultar, están encerrados en artísticas cajas de nogal, de estilo ojival y sujetos a presión, sin un solo clavo en los nervios de las columnas, conforme puede apreciarse por los grabados que ilustran la presente página».
Sobre estas líneas: altavoz Wright de Coster, colocado en el trasaltar.