Estos tiempos estivales tan propicios al descanso y la reflexión, lo son también para que a la cabeza afluyan a borbotones las ideas. Tanto el año pasado como éste, me toca compartir el descanso, con el conocimiento y el sufrimiento de la muerte de algún ser cercano y querido. Y todo junto, tiempo, descanso, reflexión, muerte, da mucho de si.
Me he preguntado qué es eso tan extraño que nos aferra a la vida, seamos felices o no lo seamos, seamos creyentes o menos. Y he creído hallar la clave del asunto en el enriquecimiento en que toda vida humana se desenvuelve, lo quiera o no y aún sin buscarlo. Evidentemente, no le aterra de igual manera la muerte a una cebra, pongo por caso, que a un ser humano. Y es que para aquélla la vida, aparte de eso tan académico de nacer, crecer, reproducirse y morir, no pasa de ser en el día una buena siesta, pacer, refocilarse en época de celo, huir del león en cuanto aparece y vuelta a dormir, vuelta a pacer, vuelta a correr cuando aparece el león...
Para el ser humano cada día en cambio, tiene su afán. Cada día es una buena ocasión de seguir avanzando a la mejora, y desde la mejora a la perfección, una perfección que, evidentemente, no es la misma para un pianista que para un labrador, para un niño que para un anciano, pero que en cualquier caso que puedan Vds. imaginar, tiene una expresión. La vida del ser humano no es sólo dormir, despertarse, comer, refocilarse y volver a dormir, y cada día trae una sorpresa, una novedad, un amigo, una inquietud, un trabajo, un nuevo motivo, en suma, para vivir.
Dicen de algún eximio escritor español que se murió diciendo “¡con la de libros que me quedaban por leer!”. Se non e vero e ben trovato. Un buen amigo de un buen amigo que se está muriendo estos días, lamenta de parecida manera morir “con todo lo que aún me queda por hacer”. No lo ha podido expresar mejor: con todo lo que nos queda por hacer, venga cuando venga, nos visite cuando nos visite, jóvenes, viejos, sanos, enfermos... siempre nos pillará la parca con algo nuevo en la cabeza que para uno siempre valdrá la pena. Grandeza y miseria de la vida humana... grandeza y miseria de la muerte.