Somos un solo cuerpo. Que se mueve, que baila, canta, duerme y descansa. Que espera, que siente, que respira, habla, llora y ríe con un corazón único y auténtico, de verdad. Tan real como la vida misma que viene y que va, que nace, que crece, que muere y vuelve a casa. Somos un cuerpo, sólo uno, no más. La cabeza es Cristo, el corazón es nuestro Padre Dios. El alma lo pone su Santo Espíritu y la vida la da una virgen de quince años que, estando comprometida, quedó embarazada para confusión de tantos, para traernos a Dios: María de Nazaret. Todo lo demás, lo pones tú. Lo pongo yo. En tu realidad, en la mía, en la nuestra. En el trabajo, en el barrio, con los amigos y a solas. Sí, también estando a solas. Porque estando sólo siendo parte de este cuerpo, no estás sólo jamás. Nadie te puede decir que estás sólo. Tú no eres un estado, sino una realidad viva. Nadie es sólo. Somos un cuerpo entero, no amputado. Somos un cuerpo eterno, imperecedero. Somos inmortales. Soy inmortal y tú conmigo y yo contigo, y tú y yo en Cristo Jesús, un hombre que es Dios hecho hombre. Sí, una locura que trasciende los sentidos y los razonamientos, pero que tiene que ser verdad pues da vida a este cuerpo entero que formamos tantos sin sabernos nuestros propios idiomas, sin conocernos, sin vernos jamás, solo sabiendo que estamos unidos por una tradición, una historia y por mucho más: la realidad de que Dios hecho hombre fundó una Iglesia en la que se quedó sacramentalmente bajo una apariencia desconcertante, metido en un copón, guardado en un sagrario, dando vida desde una aparente nada. Un cuerpo, un solo cuerpo.
Cantamos, adoramos, bailamos, rezamos, trabajamos y somos nosotros mismos en nuestros quehaceres de la vida, todos ellos tejidos, desde Argentina hasta Japón y Filipinas, por un mismo cordón umbilical que nos hace llegar la vida de una madre, la sangre de un salvador, el soplo de un Creador para que tengamos más vida que llevar todos aquellos que viven sin vida mas acá de la tierra, sin mirar al cielo, a su eternidad, a su vida inmortal. Somos la Iglesia de Dios, fundada por Cristo, vivo en nosotros. Entre nosotros. Con nosotros. We are one body. Lo somos. Créetelo, porque lo eres. Lo soy contigo. Lo somos todos nosotros.