Que “El Yunque”, sociedad secreta de origen mexicano, lleva actuando en España desde hace muchos años está acreditado más que sobradamente. Que desarrollan sus actividades a traves de diversas plataformas y asociaciones debidamente inscritas en el registro del Ministerio del Interior, también está acreditado. Que la Conferencia Episcopal Española conoce estas actividades a través de diversos informes y dossiers que se le han presentado, es un hecho. Sólo falta la decisión adecuada en el momento adecuado.
Lo que no sirve ya es el incansable e inútil esfuerzo de pedir a los responsables de esta sociedad secreta que se “legalicen” y regularicen su situación. Es inútil. Ya han intentado regularizarse ante el Vaticano, sin renunciar en absoluto a sus juramentos de secreto y reserva, por lo que han sido rechazados. Intentan lo mismo sin éxito en España. Es inútil. De su parte no se puede esperar ya a estas alturas ni un sólo gesto, ni un sólo paso.
Porque “El País” no busca la verdad de este asunto, no ha buscado jamás la verdad de nada. “El País” sólo necesita poner en la calle la siguiente ecuación: sociedad secreta = extrema derecha = Iglesia Católica. Nada más. Y eso es lo que están dispuestos a hacer, y en eso han empezado a trabajar ya. Y tienen un objetivo muy claro: destapar un escandalazo y cargarlo sobre la Iglesia Católica a medida que se acerque la Jornada Mundial de la Juventud, poniendo en la diana a dos personas por encima de todo: al Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y al mismísimo Benedicto XVI. Y esto va a ir acompasado con los tiempos electorales del agonizante Rodríguez Zapatero.
Lo que no vale ya es seguir prisionero de la inmediatez y de los resultados visibles, cuando se está tejiendo la soga con la que después intentarán ahorcar a la Iglesia; lo que no vale ya son los planteamientos cortos de miras que sólo son capaces de ver cada campaña concreta, sea en objeción de conciencia, sea ante la ley del aborto, y quedarse en la cegata posición de que “esto está muy bien, hay que hacerlo y no hay que dejar que se pierda”. Por supuesto, pero desde el momento en que se está trabajando sobre arenas movedizas, no sólo se perderá todo eso sino que se derivará un daño mucho mayor aún. Pero no se ha querido ver, han primado los resultados inmediatos y el corto plazo, la inmediatez, todo por la incapacidad de ver un poco más allá y en un contexto más amplio.
Lo que no vale ya es seguir escondido detrás de una falsa “prudencia”, según la cual nadie de los que está al tanto de estas cosas debe hacer nada ni debe decir nada. En demasiadas ocasiones he oído eso de que “es que si todo esto llega a manos inadecuadas, el problema será muy grave”. Ya se dijo en su momento que tarde o temprano llegaría, que ésto era una bomba de relojería. Bien, pues ya ha llegado. No hacía falta pensar mucho para darse cuenta de que así sería, esta sociedad secreta va dejando un rastro demasiado evidente a medida que el volumen de sus actividades se incrementa.
Y lo que ya no vale de ningún modo son esas campañas victimistas que han utilizado hasta ahora los miembros de esta sociedad secreta, según las cuales ellos eran víctimas de calumnias, bulos y demás monsergas: estamos hablando de “El País”, estamos hablando de Prisa, sí, esos que están por encima de la ley, esos que están más allá del bien y del mal, para tragarse otros medios de comunicación contra la legalidad vigente y para actuar con total impunidad; sí, esos que utilizan las querellas que les puedan interponer para limpiarse en el excusado sus partes; el recurso a la amenaza con querellas que hemos sufrido los que no somos nadie ya no vale en absoluto.
Sólo hay una solución realista y eficaz: anticiparse. Resulta suicida esperar a que una situación enquistada termine estallando como ha ocurrido con la pederastia, como ha ocurrido con el caso de Maciel. La única solución es dar aire, no esperar, adelantarse. Todo lo que tiende a ocultarse, con independencia de que sea delictivo o no lo sea, genera sospecha y finalmente escándalo. Y Benedicto XVI está marcando unas líneas de actuación clarísimas frente a este estado de cosas. Y esta vez sería deseable no ser los tontos de la película, y si hay que sacrificar dos o tres campañas mediáticas que en cualquier caso son coyunturales, se sacrifican.
Urge, para septiembre, a la misma vuelta del verano, una instrucción pastoral para todos los católicos españoles. Ante ésto, Prisa, “El País” y La Moncloa misma quedarán completamente inermes. Quien tenga oidos...