Parece que gana terreno la opción consistente en que quien le dispute la presidencia de la Comunidad de Madrid a la Sra. Aguirre sea la Sra. Trinidad Jiménez, en sustitución del ínclito y gracioso Tomás Gómez.
 
            Lo primero que se nos hace ver es que la opción de la señora en cuestión forma parte de una decisión genial del Gran Mago Pesoíta, el Mantra Zapatero, como si no fuera el mismísimo mago que ya se sacara de la chistera un conejo cuando impuso la candidatura del mismo Gómez a quien ahora defenestra.
 
            Más allá de ello, mal se entiende que el Sr. Zapatero exija a nadie lo que él mismo es incapaz de hacer. Y es que, a estas alturas, no está de más recordar que el Sr. Zapatero jamás ha ganado, él mismo, unas elecciones en Madrid, cosa que ni siquiera fue capaz de hacer en situación tan favorable y propicia como lo fue para él el 11-M, con el pueblo madrileño noqueado por el peor atentado de la historia de Europa. Y ello, por no hablar del descalabro de 2008, cuando su refrendo madrileño se redujo a un 39%, ¡¡¡a nada menos que diez puntos de su rival!!! Por lo que si de encontrar el candidato que gane para el pesoísmo unas elecciones en la capital es de lo que se trata, a lo mejor era el momento de ir buscando sustituto a quien con tanto ahínco se lo busca a los demás...
 
            Nos hacen también ver que el nombramiento de la Sra. Jiménez es una jugada maestra, algo novedoso o desconocido, como si esa señora no fuera sobradamente recordada en Madrid por haber hecho algo muy parecido al ridículo en otras elecciones en las que ya se empleó contra el que es el actual alcalde, el Sr. Gallardón, y en las que la propuesta estrella de su programa consistió en ponerle semáforos a la M-30.
 
            Y se nos hace entender, por último, que se trata de una persona comprometida con la villa y corte, cuando ante la tesitura de calentar un sillón de concejal quien sólo había nacido para alcaldesa, apenas tardó tres años en abandonar la responsabilidad municipal que le habían confiado los madrileños. ¿Volverá a hacerlo otra vez?
 
            El Sr. Gómez no será una buena opción política, no lo es de hecho el pobre. Pero ni en política, ni siquiera en política, es de recibo hacer trabajar a una persona durante cuatro años para no darle luego ni una vez la oportunidad de refrendarse, defenestrándolo en la forma en la que se pretende hacerlo.
 
            Hasta en esto se retrata el pesoísmo. Hasta en eso se retrata Zapatero, a quien desde aquí animo:
 
            “¡Gane Vd., Sr. Zapatero, unas elecciones en Madrid, y pídale luego a los demás que lo hagan!”