un...¿Dios?. Uno de los personajes más grandes de todos los tiempos, que influyó en la historia para siempre. -¿Con quién hablabas?- Me preguntó Julio César.
- Con Vergincetórix,- contesté desde mi posición a los pies de su caballo.
- Mi gran enemigo, el galo. ¿Qué te ha parecido?- Estaba visiblemente interesado.
-Una personalidad....rocosa.
-Me costó un gran esfuerzo capturarle,...y nunca pude doblegarle. En ocasiones te encuentras con seres especiales que merecen todo nuestro respeto y
admiración, aunque sean contrincantes. Seres claros, auténticos, nobles...verdaderos hombres. Las victorias contra ellos saben mejor.- Habló suavemente mirando hacia el bosque desde donde yo había llegado, como si intuyera la presencia de su enemigo, aunque no le viera.
-Comentábamos una de las tácticas de conquista de César, el famoso...divide y vencerás.
-¡Éxito seguro!. El galo estuvo a punto de unir a todos esos pueblos salvajes, pero....supe ganarme el favor de muchos de ellos. Conozco la naturaleza humana y sus debilidades.
-En el vini, vidi, vinci, el más importante es el vidi
-Exacto. Es fácil llegar, siempre es difícil vencer, pero es imprescindible, ver, observar, conocer y comprender. Si conoces al enemigo tienes una parte importante de la victoria en la mano, si te conoces a ti mismo, tienes otra parte conseguida, y la otra se divide entre la suerte, el esfuerzo y el talento.
-Si te conoces a ti mismo, es más fácil conocer a los demás, todos somos muy parecidos. Yo pienso que la historia de la humanidad se resume en los seis primeros capítulos de la biblia. Ahí se explica toda la esencia humana: soberbia y rebeldía en la historia de Adán y envidia, rivalidad y avaricia en la historia de Caín. En esas claves se mueve toda la historia de la humanidad.
-Te falta algo fundamental en tu tesis. Un elemento dinamizador y constante: el miedo. Algo de lo que me aproveché de todas las formas y maneras. Miedo a todo, a morir, a sufrir, al desprecio, al no ser, miedo a no sobrevivir, al desamor, a perder, a no tener, a la
humillación, a la vergüenza, al sinsentido, miedo a arriesgar, a moverse, a ser diferente, a ser igual, miedo a olvidar, miedo al presente, al futuro, miedo a fallar, a la enfermedad, a la soledad....
-El miedo paraliza, desestabiliza, desordena, desune, humilla y crea agresividad.- César me miró asintiendo.
-El hombre que sabe controlar el miedo, no hacerlo desaparecer porque el miedo es necesario, sino controlar sus efectos, ese hombre tiene mucho poder. El miedo fue mi vehículo favorito para someter tantos pueblos. Fue un arma que me facilitaba mi misión. No crear miedo en mis adversarios, que también, sino aprovecharme del miedo que ya llevaban en sí mismos.
-Un control de los actos humanos sin igual, sin embargo no controlaste a Bruto.
-Me despisté. Un exceso de confianza....
Tiró de las riendas de su caballo y se alejó de mí ensimismado en sus recuerdos, sin despedirse. Yo interpreté aquel gesto como una interrupción temporal de nuestro coloquio, que retomaríamos más adelante.
Quedó en el aire un tema que me gustaría tratar: el exceso de confianza, pero mientras me vino a la mente la carta a los hebreos: “Por tanto, así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así también participó él de las mismas, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo, y libertar a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud”. (Hb 2, 1415).
Por el miedo a la muerte nos dejamos esclavizar por los Césares de este mundo.