El cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo emérito de Lima, expresó este 17 de abril su pésame por la muerte del expresidente del Perú, Alan García Pérez, quien se suicidó por la mañana del Miércoles Santo de un disparo en la sien cuando policías y fiscales llegaron a su domicilio para realizar un allanamiento y detenerle en relación al caso Odebrecht.
García fue llevado de emergencia al Hospital Casimiro Ulloa para ser intervenido quirúrgicamente. Sin embargo, pasadas las 10 de la mañana se anunció su muerte. Investigado por supuestos casos de corrupción, el líder del Partido Aprista aseguraba que era víctima de una persecución política.
García ya tenía prohibido salir del país. El año pasado había solicitado asilo en la embajada de Uruguay, pedido que le fue denegado. Alan García fue presidente del Perú entre 1985 y 1990; y entre 2006 y 2011. En 2006 García venció a Ollanta Humala y gobernó el país hasta 2011. En este segundo gobierno mantuvo la línea económica de Toledo, reestructuró las relaciones diplomáticas, pero fue nuevamente acusado por actos de corrupción.
La justicia debe proteger la honra de todos
En un comunicado, el Cardenal Cipriani expresó que “en estos momentos oscuros y difíciles de nuestra Patria elevo una oración por el descanso eterno del alma del Dr. Alan García y le pido a Dios, el Señor de la Historia, lo acoja con su justicia misericordiosa”. “A su familia mis condolencias y oraciones. A los miembros del Partido Aprista, mi sentido pésame”, añadió.
“La política no justifica nunca el odiar y destruir al contendiente, buscando popularidad. La justicia no se apoya en usar y abusar de información no corroborada aún. La verdad y justicia deben proteger la honra y la dignidad de todas las personas, a la que todos tenemos derecho”, indicó el Purpurado.
“En los procesos no se puede tener como práctica usual la investigación bajo mandato de detención. Los operadores de justicia deben saber guardar la prudencia y reserva, pues están investigando a alguien que se presume inocente; no se pueden dejar llevar por la imagen mediática, que los aparta del rol que la sociedad les encarga”, expresó.
El Cardenal Cipriani llamó a los peruanos a que la Semana Santa sean “unos días de reflexión para que, iluminados con la luz de la razón y de la fe, tengamos el coraje de enfrentar estos tiempos difíciles y eliminar de nuestros corazones, el odio que destruye y que no tiene ninguna relación con la misión de aplicar la justicia. Es el momento de decir ¡Basta, a tanto odio y persecución!”.
Respetar la privacidad y el dolor
Por su parte, el Arzobispo de Piura y Tumbes, Mons. José Antonio Eguren, hizo llegar a la familia de García Pérez “sus más sentidas condolencias, así como sus oraciones por su eterno descanso. Del mismo modo pide que en estos momentos se respete la privacidad y el dolor de sus seres queridos”.
“Ante este lamentable suceso y estando en plena Semana Santa, el Señor Arzobispo hace también una invocación para que juntos elevemos con confianza nuestras oraciones a Jesús, Señor de la Historia, para rogar por nuestro querido Perú”, agregó.
Finalmente, Mons. Eguren alentó a pedir “que el Señor nos conceda en estos momentos a todos los peruanos, la tranquilidad de ánimo y la más firme voluntad de mantenernos unidos por la esperanza en Cristo Resucitado”.
Lo que dice el Catecismo de la Iglesia sobre el Suicidio
2280 Cada cual es responsable de su vida delante de Dios que se la ha dado. Él sigue siendo su soberano Dueño. Nosotros estamos obligados a recibirla con gratitud y a conservarla para su honor y para la salvación de nuestras almas. Somos administradores y no propietarios de la vida que Dios nos ha confiado. No disponemos de ella.
2281 El suicidio contradice la inclinación natural del ser humano a conservar y perpetuar su vida. Es gravemente contrario al justo amor de sí mismo. Ofende también al amor del prójimo porque rompe injustamente los lazos de solidaridad con las sociedades familiar, nacional y humana con las cuales estamos obligados. El suicidio es contrario al amor del Dios vivo.
2282 Si se comete con intención de servir de ejemplo, especialmente a los jóvenes, el suicidio adquiere además la gravedad del escándalo. La cooperación voluntaria al suicidio es contraria a la ley moral.
Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor grave de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden disminuir la responsabilidad del suicida.
2283 No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida.
Dos teólogos comentan
El P. Guillermo Leguía, profesor de teología moral de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima (Perú) explica que no es correcto decir que si una persona se suicida se va seguro al infierno. En declaraciones a ACI Prensa, el sacerdote peruano indica que “sí es correcto decir que el acto de suicidarse es un acto que está mal, pero nadie puede hacer un juicio sobre los elementos que ocurren en el corazón de la persona que hacen que ese acto que está mal le sea plenamente imputable”.
“Nadie puede conocer o saber si el suicidio hace que la persona se vaya al infierno. Además la Iglesia no enseña eso”, precisó en 2017.
Fernando Chomali, arzobispo de Concepción (Chile), experto en bioética y miembro de la Pontificia Academia para la Vida, en el caso de un suicida es necesario considerar los aspectos psicológicos y psiquiátricos, así como el hecho de que para todas las personas “la misericordia de Dios es muy grande”. “Pienso que hay personas que llegan a un alto nivel de desesperación por la enfermedad; y puede ser que la eutanasia o el homicidio terminen siendo una ‘respuesta’ a la gran soledad que siente la persona”, comentó a ACI Prensa.