El ataque contra la imagen de la Sangre de Cristo en la catedral de Managua que ha acabado con la histórica imagen calcinada es el culmen de 24 ataques contra la Iglesia Católica que ha sufrido Nicaragua en los últimos 20 meses.

Así queda de manifiesto en un informa publicado por el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), que además acusa al presidente Daniel Ortega como responsable.

Tal y como recoge la agencia EFE, los ataques sufridos por la Iglesia Católica en Nicaragua van desde el caso de una mujer que roció con ácido la cara de un sacerdote, hasta el encierro de nueve días que aplicó la Policía a un padre en su parroquia tras cortar los servicios de agua y luz, incluyendo el secuestro a mujeres en la Catedral de Managua reivindicado por los sandinistas, y la decapitación o robo de imágenes en diferentes templos del país, según el informe.

 “Todos estos ataques a la iglesia católica confirman que el régimen Ortega Murillo quebranta el derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento, y de religión, establecidos en la Constitución de Nicaragua y la Declaración Universal de Derechos Humanos”, indicó el Cenidh, en el informe.

La relación de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, con la Iglesia Católica, ha sido de desencuentros a lo largo de la historia, salvo a inicios del presente siglo, cuando tuvieron cercanía con el fallecido cardenal Miguel Obando Bravo.

“Queda claro que el régimen Ortega Murillo, junto a sus fuerzas armadas, policías, paramilitares y hasta fanáticos, acosan, intimidan y atacan, ya nos sólo a las sociedad civil que asiste religiosamente a los templos católicos”, agregó el Cenidh.

De acuerdo con el informe, “el patrón represivo también consiste en destruir iglesias, la infraestructura, las imágenes sacras, y debilitar la moral de los líderes religiosos, para que dejen de respaldar al pueblo en su lucha por la justicia, la libertad y la democracia del país”.

El clero de Nicaragua se ganó el repudio de Ortega en 2018, cuando muchos de sus sacerdotes y obispos arriesgaron sus vidas para salvar las de miles de personas, durante los ataques armados contra manifestaciones antigubernamentales, que dejaron cientos de presos, muertos o desaparecidos, miles de heridos, y decenas de miles en el exilio.

El presidente de Nicaragua, quien ha explicado que se defendía de un “golpe de Estado fallido”, ha insistido en llamar “golpistas” a los religiosos.

“El régimen Ortega Murillo, al verse solo y presionado nacional e internacionalmente, ha caído en la desesperación, y pretende, con actos, terroristas provocar miedo en los nicaragüenses”, destacó el informe.

En este sentido, el Cenidh pidió al nuncio apostólico de origen polaco, Waldemar Stanislaw Sommertag, que se pronuncie sobre las profanaciones ante una población de mayoría católica.

El organismo concluyó que “persiste la impunidad en estos actos terroristas en los templos católicos, debido a que son perpetrados por aliados del régimen, que cumplen sus órdenes. No existe castigo para ellos. Las autoridades (policía y otras entidades) corrompen información para así ocultar la verdad”.