Unas 50.000 personas llenaron el estadio Fonte Nova Arena en Salvador de Bahía (Brasil) el domingo 20 de octubre, para la Misa de acción de gracias por la canonización de Santa Dulce, la primera mujer de Brasil que ha sido declarada santa. La ceremonia de canonización tuvo lugar el 13 de octubre el el Vaticano. La arquidiócesis habla de ella como "Santa Dulce de los Pobres".
En Salvador de Bahía la fiesta empezó con el espectáculo teatral "Imperio de amor" sobre la vida de Santa Dulce de los pobres, realizada por unos 500 niños y adolescentes del Centro Educativo Santo Antonio, el Centro de Educación de la Hermana Dulce (Osid), así como algunos ancianos.
El Arzobispo de Salvador de Bahía, Murilo Krieger, explicó que la obra de la hermana Dulce "es una obra viva, donde cada persona es un guijarro en este mosaico de amor que forma el rostro de Jesucristo".
Participaron Cláudia Araújo y José Maurício Moreira, las dos personas beneficiadas por los milagros que condujeron a la beatificación y canonización de la Hermana Dulce. También estaba allí la sobrina de la santa y actual superintendente de Obras Sociales Hermana Dulce (OSID), Maria Rita Pontes.
Durante su homilía, el arzobispo Murilo Krieger alabó a las personas que se entregan a la vida religiosa como la santa, por "su fidelidad a Jesús, su confianza en la Divina Providencia y su amor por los pobres, los menores abandonados y los niños desprotegidos".
En ese sentido, destacó la importancia que la religiosa dio a la vida de oración, quien dijo que iba a menudo “a la Iglesia a pedirle fuerzas a Dios, a menudo visito el Santísimo Sacramento en la capilla de nuestro hospital. El secreto es la oración. Si no hacemos de la vida una oración continua, es difícil soportar las dificultades”. Además, afirmó, "el segundo secreto de su fidelidad a Dios y a la Iglesia estaba en su amor por la Palabra de Dios".
El Prelado afirmó que el mundo necesita muchas personas como la hermana Dulce que trabajen por los más necesitados. “Si tenemos esta disposición y confianza en la Divina Providencia, descubriremos que al colocar a Dios en el centro de nuestras vidas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, el mundo mejorará y no atravesaremos esta tierra en vano”, concluyó.
(A partir de la crónica de AciDigital y la adaptación por Eduardo Berdejo en Aciprensa)