En apenas tres años, de 2014 a 2017, Chile ha visto doblarse su población inmigrante: tenía 416.000 extranjeros en 2014 y en 2017 ya eran 960.000.
Puesto que el país tiene 18 millones de habitantes, los extranjeros serían algo más del 5% de la población, de los que unos 250.000 o 300.000 estarían de forma irregular (datos de 2017 difundidos por el Departamento de Extranjería y Migración).
(A modo de comparación, España tiene unos 46 millones de habitantes, de los que son extranjeros un 10%; 4,57 millones según el INE provisional de 2018; además, hay mucha población nacida en el extranjero pero que se ha nacionalizado).
La mayor parte de extranjeros en Chile son veteranos en el país: casi 250.000 peruanos, unos 127.000 colombianos y 111.000 bolivianos.
Haitianos y cubanos "de rebote"... y una multitud de venezolanos
Pero el crecimiento en la inmigración llega "de rebote" de otros países. Brasil dificultó la entrada de inmigrantes que no hablen portugués... y eso desvió a muchos haitianos a Chile. En 2015 pedían visado 9.000 haitianos, en 2017 ya eran 46.000.
Estados Unidos cerró la entrada de cubanos... y muchos se fueron a Chile. Y hay una explosión de venezolanos que huyen a tierras chilenas: fueron unos 8.000 en 2015, casi 23.000 en 2016 y ya 73.000 en 2017. Se calcula que otros 450.000 venezolanos estarían tanteando la petición de visados a Chile, según el ex-embajador chileno en Caracas, Pedro Felipe Ramírez. Hay, además, muchos lazos de amistad, porque en el siglo XX hubo millones de chilenos que huyeron a Venezuela.
Los pueblos hispanos comparten su tradición católica, una historia común y la lengua española
¿Cómo responde la Iglesia?
Emigrar siempre es complicado: se pierden redes de apoyo humano (familiares, amigos, contactos) y se llega a un ambiente desconocido. En Chile, como en otros países hispanos, hay menos dificultad porque se comparte la lengua española y la cultura común hispana y cristiana.
Hay alguna especificidad con los haitianos, que hablan francés o criollo haitiano y que destacan visualmente por ser de raza negra, aunque son en su inmensa mayoría católicos. Así, gran parte de los migrantes llegados de América Central, del Sur o del Caribe acuden enseguida a su parroquia local buscando apoyos.
¿Cómo integra una parroquia de Chile a los recién llegados? Eso es lo que ha empezado a estudiar el Departamento de Movilidad Humana del Arzobispado de Santiago de Chile, consultando a sus 212 parroquias. Han recogido respuestas de 186 parroquias, constatando que 114 parroquias declaran tener al menos una actividad orientada directamente a apoyar a los migarntes.
Según el estudio, hay tres tareas que enseguida vinculan con fuerza a los inmigrantes en la parroquia:
- la catequesis
- participar en el coro
- colaborar en la liturgia
Marcio Toniazzo, director de Movilidad Humana del arzobispado de Santiago explica que las parroquias ofrecen además ayudas específicas a los inmigrantes en estos campos:
- asistencia social
- catequesis con niños y adultos
- asistencia espiritual
- acompañamiento
Otra forma en que las parroquias chilenas acogen es adoptando celebraciones tradicionales de los inmigrantes: las más mencionadas son las fiestas de la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela y las de la Virgen de Chiquinquirá, Patrona de Colombia. Además, cada mes se celebra alguna fiesta especial dedicada a un país. Y hay un Día del Migrante cada año en la parroquia.
El caso de los haitianos, que tienen un idioma distinto, lleva a 12 parroquias de la diócesis a incluir en las misas lecturas, oraciones o canciones en haitiano (una lengua que hablan más de 10 millones de personas, colocándose como la cuarta lengua más hablada del continente, superando al francés).
La encuesta señala que en muchas parroquias con feligreses de edad avanzada o con muy escasos recursos cuesta más acoger a los inmigrantes. En las parroquias querrían poder ayudarlos mejor a encontrar trabajo y facilitar su situación económica.