Un grupo de arqueólogos ha descubierto los restos de 227 niños sacrificados en un ritual de la cultura precolombina Chimú, en lo que, según informa AFP, sería el mayor hallazgo de sacrificios humanos de niños encontrado en el mundo. Los restos tienen entre 1200 y 1400 años de antigüedad y fueron hallados en el sector Pampa-La Cruz en Huanchaco, un municipio costero de Trujillo. Los Chimú se extendieron a lo largo de la costa peruana hasta el actual Ecuador. Hacia el año 1475 su cultura desapareció al ser conquistados por el imperio inca.
Feren Castillo, investigador de la Universidad Nacional de Trujillo y arqueólogo residente del Programa Arqueológico Huanchaco de la National Geographic Society, señaló que los niños tenían entre 4 y 14 años de edad y fueron sacrificados a los ídolos para apaciguar lluvias vinculadas al fenómeno hoy conocido como El Niño. Destacó la magnitud del hallazgo: "Donde empezamos a cavar sale otro. Es algo incontrolable, donde excavas hay uno más". Se encuentran extendidos en posición mirando al mar y en algunos se han encontrado restos de piel, cabello y orejeras de plata.
Foto: AFP.
El de Huanchaco no es el primer hallazgo masivo de niños sacrificados. En junio de 2018 fueron encontrados los restos de 140 niños en el sector Huanchaquito-Las Llamas ofrecidos en un ritual similar. National Geographic señaló entonces que las pruebas con radiocarbono a sogas y textiles fecharon los objetos hallados en las tumbas entre los años 1400 y 1450, alrededor de un siglo antes de que el conquistador español Francisco Pizarro llegara a Perú (1532).
Este nuevo hallazgo confirma lo que escribieron los cronistas españoles en el siglo XVI al durante la conquista y evangelización de América: en las culturas precolombinas eran habituales los sacrificios humanos. En 2017 fueron descubiertos en el Templo Mayor en la capital azteca de Tenochtitlán (actualmente, Ciudad de México) más de seiscientos cráneos procedentes de sacrificios rituales aztecas. De ellos 42 eran niños y se consideraba hasta ahora la mayor matanza infantil documentada de las culturas precolombinas. "[Hernán] Cortés no mentía", subrayó entonces la profesora María Elvira Roca Barea: "El descubrimiento de la torre de los cráneos de Tenochtitlán, tan verazmente descrita por los cronistas, obliga a mirar a Cortés y a su gente de otra manera".