Venezuela sigue sumida en la pobreza, el hambre, la violencia y la corrupción, y todo ello bajo el régimen chavista de Nicolás Maduro que coarta las libertades y ataca a la Iglesia por no someterse a sus dictados.
El padre Elio Azuaje Villegas, sacerdote de la diócesis venezolana de Trujillo, conoce perfectamente esta situación porque él mismo la ha sufrido en sus carnes. Ahora se encuentra en Roma donde ha sido enviado por su obispo a estudiar la licenciatura de Teología en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Lo ha podido hacer gracias a una beca del CARF (Centro Académico Romano Fundación) y es uno de los rostros que esta fundación ha utilizado para su campaña “Pon cara a tu donativo”.
Este sacerdote es el tercero de cinco hermanos y durante su infancia acudía a la vicaría parroquial de su iglesia, que era dirigida por las Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús. “Allí –explica en una entrevista con CARF- me preparé para la comunión y confirmación y con 12 años ya ayudaba como auxiliar a enseñar el catecismo a otros chicos. Fue allí donde nació mi vocación y comenzó mi deseo, con 13 años, de ingresar a un seminario menor”.
Sin embargo, en aquel momento no existía un seminario menor en la arquidiócesis de Caracas, por lo que a través de las hermanas conoció a los Padres carmelitas con los que comenzó el seguimiento vocacional en un seminario menor de su congregación. “Para mí fue una gran alegría y profunda satisfacción el estar allí. Estaba donde quería estar. El noviciado con los carmelitas fue una experiencia. Allí descubrí algo muy importante: mi vocación de trabajar en zonas rurales”. Con los padres carmelitas también descubrió las misiones, puesto que los carmelitas les llevaban en vacaciones a lugares de misión.
Una vez que dejó el seminario menor, debía ingresar en el Seminario Mayor. El obispo de Trujillo le orientó en su decisión. “Siempre recordaré ese primer encuentro con este venerable obispo que ha significado tanto en mi vida. Confió en mí, fue el obispo que me ordenó, y quien me orientó por muchos años. Ya goza de la presencia de Dios desde el Domingo de Ramos 2018”.
En esta decisión como seminarista, no encontró facilidades, fundamentalmente a la falta de seminarios, ya que en Trujillo no existía Seminario Mayor y los 80 seminaristas eran enviados a otros seminarios.
Finalmente, recibió la ordenación sacerdotal el 15 de agosto del 2000 en la misma parroquia donde había hecho su año de pastoral, en Burbusay. Después de cinco años de sacerdote en su diócesis su obispo le envió a España a cursar estudios de Historia de la Iglesia en la Universidad Pontificia de Comillas, donde estuvo 3 años.
De regreso a Venezuela desempeñó varios cargos: administrador parroquial de una parroquia en Trujillo, párroco de la nueva parroquia de Boconó, fundación de la parroquia San Antonio de Padua de Mosquey, capellán de un colegio, etc.
Hambre y escasez
El padre Elio sufre por su pueblo, que "sigue pasando hambre".
Describe los niveles de de escasez que está padeciendo su país en estos cuatro años. “Son sorprendentes. Se suma la continua devaluación de la moneda que no permite, no solo no tener qué comprar, sino que no se puede conseguir dinero en efectivo. Toda esta situación ha provocado una emergencia humanitaria, donde el pueblo agoniza poco a poco y donde el gobierno no quiere reconocer esta situación oficialmente porque sería reconocer también su fracaso”.
Papel decisivo de la Iglesia
La Iglesia siempre ha tenido y tiene un papel claro y preciso. Desde el principio de la llegada del régimen al poder por vía democrática, la Iglesia, a través de la Conferencia Episcopal Venezolana, ha advertido, denunciado y exhortado sobre las ideas erróneas del Gobierno, ha tenido una voz profética que le ha traído como consecuencias por un lado el repudio del oficialismo y sus adeptos.
Por otro lado, se ha convertido en la única institución con credibilidad y fundamento moral ante la situación desastrosa del país.
“En la actualidad, cuando la crisis ha llegado a niveles inimaginables, la Iglesia a través de los diferentes agentes de pastoral, ha tratado de dar respuestas a tantas necesidades, de manera concreta con comedores parroquiales, atención sanitaria, a través de caritas, pero no ha sido suficiente y la gran insistencia es pedir al mundo una ayuda humanitaria, que el gobierno no acepta ni autoriza”, explica.
Fallecimiento de sacerdotes
A los sacerdotes, consagrados y demás agentes de pastoral que son el motor de la Iglesia, también les afecta esta crisis humanitaria. Ya han muerto sacerdotes y religiosos por no conseguir medicamentos, en los seminarios, conventos, colegios, comunidades religiosas, también están pasando hambre.
“Ahora más que nunca la Iglesia venezolana está siendo probada, porque con hambre tiene que dar de comer al pueblo hambriento, con enfermedades tiene que curar al herido del pueblo, y en una situación de desesperanza y caos debe dar testimonio de que confía plenamente en el Dios que todo lo provee”.
Es consciente que, al regresar a Venezuela, cualquiera que sea la misión que le encomiende el obispo, no será fácil, sabe que se encontrará un pueblo agonizante, que debe consolar.
“La gran pregunta de muchas personas fuera del país es ¿Cómo puedo ayudar?, la principal ayuda es la oración de súplica para que Dios tenga Misericordia de este pueblo, y le conceda la fidelidad en la prueba”, manifiesta.
Además, explica que materialmente es un poco complicado “ya que al no haber un canal humanitario, las ayudas en medicamentos y alimente debe hacerse por otra vía. Hay muchas personas de buena voluntad que han creado asociaciones y recolectan medicinas y dinero para pagar envíos particulares que hacen llegar a diferentes Cáritas de las diócesis de Venezuela, otros ayudan cubriendo los gastos de comida de seminaristas a través de las diócesis directamente, y otro ayudan a los sacerdotes que se forman fuera del país para regresar mejor preparados para enfrentar esta crisis humanitaria”.