Venezuela vive una grave crisis humanitaria causada por las políticas del régimen chavista de Maduro. Además de la represión, el desabastecimiento es tal en el país que decenas de miles de personas ya no tienen qué comer, y rebuscan en la basura para encontrar algo que llevarse a la boca.

Esto ha provocado que muchos venezolanos hayan tomado la decisión de abandonar el país. Miles lo han hecho por Brasil, pero cientos de miles lo están haciendo por la frontera de Colombia, lo que está generando un auténtico problema, pues malviven junto a la frontera. Más de un millón se han ido ya de Venezuela a Colombia en este último tiempo.

Lo que está ocurriendo en Venezuela, donde la Iglesia está siendo víctima de ataques por parte de partidarios de Maduro, preocupa mucho en la Santa Sede, por lo que ha decidido ayudar en esta crisis humanitaria.

El pasado 7 de mayo, tal y como informa Obras Misionales Pontificias, se presentó en el Vaticano el proyecto “Puentes de Solidaridad”, un “plan pastoral integrado para ayudar a los migrantes venezolanos en Sudamérica”.


Esta huida tiene cifras. Hace unos días el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, afirmaba que había un millón de venezolanos, en su país. A inicios de abril, ACNUR, la agencia para los refugiados de la ONU, expresaba su preocupación por el número creciente de venezolanos que huyen a Brasil, buscando desesperadamente comida, refugio y medicinas.


Imagen de uno de  los pasos fronterizos entre Venezuela y Colombia

En “Puentes de Solidaridad” colaboran la Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede y ocho Conferencias Episcopales de Sudamérica. El plan es llevar adelante acciones concretas para recibir, proteger, promover e integrar a los venezolanos obligados a emigrar, en cada fase de su viaje, desde su partida hasta su llegada y, con una mirada de esperanza, acompañarles también en su posible regreso a casa.

Es una iniciativa gestada y pensada con tiempo, desde que en septiembre de 2017, se reunieran en Chile los responsables de migraciones de las ocho conferencias episcopales.


El superior general de los jesuitas, Arturo Sosa, venezolano, presente en el encuentro, señalaba, en cuanto a los números, decía: “más o menos un millón y medio de venezolanos han abandonado el país, y esta es una cifra muy importante para un país con treinta millones de habitantes”.

Según Fabio Baggio, subsecretario del dicasterio vaticano, ya se han puesto en marcha muchos servicios en diversas localidades y la idea es multiplicarlos. El otro subsecretario, el jesuita Michael Czerny, ha subrayado que el proyecto está en línea con cuanto enseña el Papa Francisco de ayuda a los emigrantes y refugiados.

El padre Czerny, nacido en la antigua Checoslovaquia, también fue refugiado y explicaba “lo importante que es, cuando se está en situación de shock y desilusión, tener informaciones precisas para tomar buenas decisiones, algo que además previene el riesgo de acaba en las redes de tráfico de seres humanos”.