El cardenal Mario Aurelio Poli, al que el Papa Francisco nombró su sucesor como arzobispo de Buenos Aires, presidió este lunes en la catedral metropolitana la iniciativa de Rosario por la Vida, que empezó a celebrarse en esta ciudad en 2004 con el entonces cardenal Bergoglio coincidiendo con la solemnidad de la Anunciación y del Día del Niño por Nacer.

La ceremonia comenzó con la bendición de los niños y de las mujeres embarazadas. Posteriormente, una soprano cantó el Ave María mientras un grupo de niños con alguna discapacidad ofrecían flores a la Virgen. Después se celebró la Eucaristía y más tarde se produjo el rezo del Rosario.


Durante su homilía, el cardenal Poli quiso recordar el embarazo de la Virgen María, “milagroso por obra y gracia del Espíritu Santo” incidiendo en que esta es “la cátedra de los cristianos, desde donde se enseña la sacralidad de toda vida humana”.



De este modo, el arzobispo de Buenos Aires explicó a partir del embarazo de María los cristianos “entendemos que una mujer embarazada se convierte en un santuario de la vida”.

Todos los niños del mundo son  el objeto de nuestro cuidado, porque sabemos que la vida de los niños corre peligro: el trabajo infantil, el analfabetismo, la trata y la prostitución, el matrimonio infantil, aún hoy en América. La vida, que comienza en el santuario de la vida, de punta a punta debe ser respetada, desde el momento de la concepción hasta su pascua”, agregó, tal y como recoge AICA.


El cardenal Poli llamó a los cristianos a ser las voces de los niños que corren peligro, pues “no podemos hacernos los sordos a los gritos de los pequeños inocentes que no pueden ejercer su derecho a la vida y quieren participar de lo que nosotros llamamos ‘fiesta de la vida’”.



Esta defensa a ultranza de la vida es parte inseparable del cristiano, y por ello dijo que “no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión: la vida es sagrada”.


Y recordando las palabras del Papa, el cardenal Poli afirmó que “este no es un asunto sujeto a supuestas reformas o modernizaciones. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana, en cualquiera de sus estadios”.

El arzobispo admitió que “también es verdad que hemos hecho poco para acompañar verdaderamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida  que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o un contexto de extrema pobreza”.