Enrique Córdoba es un sacerdote misionero español, de la diócesis de Ciudad Real, enviado por el Instituto Español de Misiones Extranjeras a Nicaragua hace nueve años. Su destino ha sido Bluefields, en aquel entonces un vicariato apostólico que ocupaba la mitad del país, la parte menos poblada, en la costa del Caribe. En 2014, el vicariato contaba con 33 sacerdotes para atender casi 800.000 habitantes muy dispersos en zonas rurales, de los que un 74% se consideraban católicos. (Comparemos con Córdoba en Andalucía, con una población similar, pero atendida por 360 sacerdotes, es decir, once veces más).

En noviembre de 2017, este gran vicariato se dividió en dos diócesis: Bluefields, con 14 curas para 460.000 habitantes (de los que 260.000 son católicos) y Siuna, con 16 curas para 540.000 habitantes, de los que 360.000 son católicos. ¿Cómo pueden tan pocos curas atender a tanta gente, y más en zonas inaccesibles de selva a las que se llega por canoa o en mula? La única forma es que los laicos se comprometan como catequistas y responsables de comunidades. Y eso es lo que Enrique Córdoba ha visto que se iba logrando en su misión.

Enrique recuerda cómo llegó a la localidad de Kukra Hill, enviado por el obispo a fundar una parroquia, y cuánto han cambiado las cosas en 9 años. Hoy habla de gran crecimiento, de compromiso de los laicos y de "camino espectacular en todos los aspectos". Copiamos su carta misionera difundida por OMPress.

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Cuando llegué a Kukra Hill no había estructuras para iniciar todas las actividades necesarias, solo una pequeña casita con un baño y una cama, que ocupaban los misioneros cuando venían aquí o estaban de paso para las comunidades del entorno, el Templo muy deteriorado, treinta y cuatro comunidades que asistir pastoralmente en una extensión de más de 1.500 Km2 metidas entre selvas y ríos.

Bello reto para mí: había que construir lo físico, unificar todas las comunidades en una sola identidad de Parroquia: mitad de las comunidades pertenecían y eran atendidas por los sacerdotes de Catedral y las otras desde la Parroquia del Rama por los Capuchinos. Muy distinta dinámica de trabajo pastoral.

Las comunidades atendidas por el Rama, aunque pertenecientes a la provincia de Kukra Hill, con grandes sospechas de futuro, por las distancias – muchas horas de camino hasta llegar aquí-, por el desafío con su nuevo Párroco, por los estilos tan diversos de trabajo… ahora, había que dar identidad, esperanza, camino de ilusión, de acompañamiento cariñoso…

No fue fácil, pero hoy, después de casi ocho años, el camino ha sido espectacular a todos los niveles: misionero, formativo, espiritual, de gran comunión de afectos, de amistad, de propósitos, de economía conjunta, de creación de bellas estructuras, – parroquiales y en las mismas comunidades –todas se han renovado, embellecido, se han puesto a punto en lo litúrgico (presbiterios, sedes, sagrarios…), casas curales con camas, baños, comedores, cocinas… un bello y duro camino recorrido y en unidad de intenciones. Me siento tan orgulloso de esta Iglesia pobre pero tan rica en servicios. Hoy vivimos en crecimiento, con problemas que no faltan, pero en una sola dirección y en comunión con toda la propuesta de esta Iglesia tan peculiar.

Realmente, he tenido tanta suerte y gracia en mi vida en la vida misionera: Brasil, Mozambique, los años que pase allí en el Hospital de Puertollano y Argamasilla de Calatrava y ahora Nicaragua, que no tengo palabras para agradecer a Dios y la Iglesia tanta riqueza, experiencia, personas… metida en mi corazón.

Hoy Kukra Hill tiene 34 comunidades campesinas, unos 90 Delegados de la Palabra, como 200 Catequistas, casi 30 Ministros de la Comunión y la infinidad de gente en las Directivas de las comunidades, músicos, coros, cocineras… una Iglesia ministerial, laical, distinta. Yo las visito dos veces al año, pero ellos, con sus diversos ministerios, llevan al frente la vida de la comunidad.

Después de estos casi ocho años, monseñor Pablo me ha pedido un nuevo reto: ser su Vicario de Pastoral, dejar esta Parroquia de Kukra Hill e irme a Bluefields para acompañarlo y crear otra nueva Parroquia, el premio a mi jubilación, que será el año que viene… ¿qué os parece? ¿Bonito verdad?

Pero la misión está cumplida y me marcho feliz… la misión encomendada de poner las bases para el trabajo parroquial y dejar todo preparado para el clero local, se realizó y mañana llegará un padre nativo y se encontrara con las estructuras físicas terminadas y las pastorales en buen camino, la economía de la Parroquia bien asentada y ya auto-sostenible en lo básico, los talleres de formación en un alto ritmo, la misión organizada, los Consejos funcionando, la espiritualidad en crecimiento con la insistencia de la oración en familia, la importancia del Domingo, etc. El ambiente de cariño, comunión, intensidad… entre la mayoría, realmente es muy bello. Total… ¡Misión cumplida!

Y yo muy feliz de poder colaborar con esta Iglesia local tan necesitada y hacer camino con ella, como misionero de Ciudad Real.

Ya para terminar, esta diócesis de casi 30.000 Km2 – diócesis y media de Ciudad Real – tiene diez parroquias, el obispo, trece sacerdotes, dos diáconos, 500 comunidades, unos 1.300 Delegados de la Palabra, como 3.500 catequistas, unos 400 Ministros de la Comunión… los números hablan como veis.

El trabajo hay que hacerlo en mulas o en botes por los ríos… ¡vale la pena!

Y más pena que estos momentos estemos viviendo una situación de grave conflicto entre el Gobierno y el pueblo. Ya con 74 muertos, más de 800 heridos, permanentes enfrentamientos… la gente pide democratización y fuera dictadura de Ortega y señora que todo lo tienen en sus manos. Realmente Nicaragua en estos años ha crecido, después de tanto sufrimiento, pero necesita madurar y seguir creciendo. Pues un fuerte abrazo a todos y ¡Viva la Iglesia misionera!

Enrique Córdoba cuenta más sobre su misión en esta entrevista