La desaparición de Emilia, una niña ecuatoriana de 9 años, se convirtió en mediático y una gran cadena de solidaridad llegó a traspasar las fronteras. Pero finalmente, la niña apareció muerta tras haber sido asesinada. Pese a la enorme movilización que se produjo desde el 15 de diciembre, día de la desaparición, no se pudo hacer nada para evitar su muerte.
Finalmente, la Policía ha detenido al autor, un joven de 28 años, amigo de la familia, y que ya ha confesado su autoría. Pero lejos del odio, la rabía y la sed de venganza, Ángel Benavides, el padre de la niña, ha respondido con paz, perdón y con mucha fe. Incluso para calmar los ánimos, salió al balcón de la Gobernación de Loja y con un micrófono hablaba de una fe católica que impresiona. Aciprensa recoge su intervención:
“Hoy se ha cometido un delito, pero la justicia divina que es la que nos lleva a la eternidad, es la que Dios con su infinito amor sabrá con su misericordia cómo prodigar”, afirmó Benavides.
De este modo, dijo que recordaba "en este momento cuando una persona equivocada en sus acciones disparó al Santo Padre (Juan Pablo II) con intención de matarlo. El Santo Padre nos dio un testimonio de fe católica perdonándolo (a Ali Agca), yéndose a la celda, confesándolo y dándole la absolución de sus culpas”.
"¿Quién soy yo para atar pecados en este día? ¿Quién soy yo para atar culpas en este día? Pobre siervo de Dios yo, yo también que polvo he sido y en polvo me convertiré, no puedo", reflexionó desde el balcón.
Además, lanzó un claro mensaje: "Queridos amigos y queridas amigas, créanme y lo digo de corazón: que este señor sea juzgado por Dios y por la justicia. Nosotros, mi esposa, yo, mi hogar no tenemos nada que decir. El perdón sí lo daremos porque nuestra hija realmente no descansará en paz al ver que tiene un padre que también odia, un padre que también es agresivo”.
“Yo nunca la eduqué a mi hija así. Y nunca, nunca ahora que me va acompañar como ángel, tampoco le daré un mal testimonio. No voy a permitir que el odio me saque la energía, la fuerza, mi alegría, mi capacidad de ser mejor hombre cada día”, afirmó.
“Yo no puedo darme ese gusto, no puedo ir en contra de lo que mi hija quiere de mí. Entonces por favor no aten lo que ustedes no tienen por qué atar. Lo que a nosotros nos toca es vivir con una absoluta fe, con una absoluta pureza la vida de mi hija, la resurrección de mi hija”, añadió.
“Los invito entonces –yo estimado monseñor con su licencia eclesial– yo no voy a guardar de luto de negro porque mi hija no lo merece, mi hija merece ropa blanca, y yo voy a estar de blanco en este luto porque un ángel acaba de subir al cielo y un ángel me acompañará”.
“Quisiera decirles a ustedes que nos llenemos de sensatez y que me sigan acompañando, así como me acompañaron desde el primer día, desde su corazón, desde su alma, desde su esfuerzo, desde su cansancio, que me acompañen ahora en este último viaje físico de mi querida hija al cementerio. Muchísimas gracias mi Churona (Así llaman los ecuatorianos a la Virgen del Cisne que es venerada en Loja). Gracias”, expresó el papá de Emilia.
“Los invito para que en el colegio Santa Mariana de Jesús, mi casa, mi hogar, ahí será la velación. Luego monseñor me ha permitido hacer la celebración en la Catedral lojana. ¡Qué privilegio para mí hija! Sé que estarán muchos sacerdotes, tengo muchos sacerdotes amigos. Luego tendremos que hacer lo que tenemos que hacer, pero siempre con ese sentido de sensatez, de sentido común, y por supuesto, de perdón”, agregó.
Por último, quiso dar las gracias a todos para que "vuelvan a sus hogares con ese sentimiento de cómo es Loja, de solidaridad, de ternura, y les insisto, de saber perdonar”.
Tras estas palabras, Ángel Benavides concluyó con una oración dirigida a la Madre de Dios:
Sagrada María,
vuestro esclavo soy
y con vuestra licencia
a pasar esta tarde voy.
No permitas ¡Madre Mía!
que por tu limpia e Inmaculada Concepción
que caiga en pecado mortal
y muera sin confesión
y vos como Santa Madre, bendícenos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
que así sea por siempre.