En el mes de noviembre, Marco Mencaglia, responsable de proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada para América Latina, visitó Nicaragua para conocer de cerca la situación que está enfrentando el país y también para evaluar de qué forma esta fundación pontificia ha colaborado y puede continuar haciéndolo con la iglesia local.
El pasado año Nicaragua vivió una fase de intensa y violenta confrontación entre gobierno y grupos de oposición durante un tiempo aproximado de tres meses, desde el 18 de abril hasta la mitad de julio. En este periodo se registraron centenares de víctimas, la gran mayoría jóvenes participantes en las protestas. El número exacto de víctimas no ha sido unánimemente reconocido, pero el gobierno habla de 150 muertes, mientras que otras fuentes de más de 500.
La Iglesia tuvo un rol central para evitar que los enfrentamientos entre los grupos armados del gobierno y quienes protestaban, en su mayoría estudiantes universitarios, dejaran un saldo mayor de muertos y heridos.
“Entre otras cosas, la Iglesia de Nicaragua repite constantemente que la única salida de esta situación es el diálogo y el apoyo a un proceso que permita asegurar la certeza del derecho y canalizar las energías de los jóvenes para el bien del país, evitando nuevos conflictos y promoviendo la inclusión de todos los actores sociales relevantes en el país,” dijo Mencaglia en una entrevista después de su visita a este país centroamericano. “Me atrevería a decir que no hay salida pacífica de la actual situación sin la colaboración de la Iglesia, que mantiene un rol fundamental y único a nivel espiritual y social en Nicaragua, en el difícil camino de cura de las profundas heridas del conflicto de abril-julio.
Por otro lado, también destaca la difícil situación de los jóvenes católicos, ya que como muchos le dijeron durante su visita: “Ser joven y católico hoy en Nicaragua es por sí mismo un peligro”. Reproducimos a continuación la entrevista completa.
- ¿Cuál es la situación de Nicaragua actualmente?
- A pesar de que oficialmente desde julio hasta hoy no ha habido episodios de violencia de tal gravedad, el país sigue viviendo en una atmósfera de fuerte tensión: todavía no se ha resuelto el tema de los centenares de jóvenes que siguen presos en la cárcel por motivos políticos ligados a la represión de la protesta. A su vez, formas de discriminación más silenciosa siguen afectando la vida del país.
- ¿Cuál ha sido el rol de la Iglesia Católica durante este tiempo?
- Mucha gente se queja de la falta de requisitos básicos para que el país pueda definirse como democrático. El papel de la Iglesia Católica es crucial para una posible solución pacífica del conflicto, debido a su presencia fuertemente enraizada en la sociedad.
» Tras las primeras protestas, el gobierno llamó a la Iglesia a la mediación. El diálogo fue interrumpido después de ocho sesiones por iniciativa del gobierno, que ha empezado una enérgica campaña de descalificación en contra de la Iglesia Católica a través de fuertes acusaciones a la Jerarquía eclesial, llamando además a los católicos “golpistas” y “terroristas.” A su vez, ha implementado formas de control de las palabras y acciones de los sacerdotes, por ejemplo las homilías dominicales son cuidadosamente escuchadas y reportadas por intermediarios del gobierno.
» Así mismo se han reportado iniciativas concretas discriminatorias y hasta violentas a nivel local en contra de personas que se sospecha hayan ofrecido algún tipo de apoyo material a la protesta, incluso sin participar directamente en los enfrentamientos.
» En numerosas ocasiones hemos escuchado esta frase durante la visita: “Ser joven y católico hoy en Nicaragua es por sí mismo un peligro”.
- ¿Qué fue lo que más te impactó del viaje?
- El coraje que la Iglesia ha tenido a fin de evitar más violencia durante los meses del conflicto. En muchas regiones del país los organizadores de la protesta llevaron a cabo cierres en las carreteras principales, paralizando la vida de la nación por semanas. Son numerosas las fotos que vimos de sacerdotes con las manos levantadas, parándose entre los grupos armados del gobierno dispuestos a remover los bloques por la fuerza y los protestantes dispuestos a resistir, en los momentos más tensos del conflicto. Arriesgando su vida esos sacerdotes, la gran mayoría jóvenes, han salvado de la muerte a muchos otros jóvenes de ambos lados del conflicto, evitando literalmente el desenlace violento de los cierres. Muchas iglesias han acogido también centenares de personas heridas, improvisando hospitales en su interior.
» A pesar de la campaña de descalificación del gobierno, la credibilidad de la institución eclesial según pesquisas independientes sigue siendo muy elevada. Crece en casi todo el país el número de vocaciones al sacerdocio, diversas diócesis fundan cada año nuevas parroquias. Otras multiplican los centros de formación para laicos. Crece la demanda de participación a cursos e iniciativas formativas organizadas por la Iglesia. La diócesis de más reciente institución en América Central está en Nicaragua: Siuna, establecida a finales de 2017.
Restos del un templo derruido en Nicaragua (Fotos de AIN)
- ¿Cuál es la salida de esta crisis?
- La Iglesia de Nicaragua repite constantemente que la única salida es el diálogo y el apoyo a un proceso que permita asegurar el respeto de las leyes básicas de una democracia: elecciones libres y correctas, y canalizar las energías de los jóvenes para el bien del país, evitando nuevos conflictos y promoviendo la inclusión de todos los actores sociales relevantes en el país. Me atrevería a decir que no hay salida pacífica de la actual situación sin la colaboración de la Iglesia, que mantiene un rol fundamental y único a nivel espiritual y social en Nicaragua, en el difícil camino de sanación de las profundas heridas del conflicto de abril-julio.
- ¿Cuáles son las necesidades de la Iglesia en Nicaragua?
- La Iglesia local necesita en primer lugar mantener su unidad. Los obispos siempre han manifestado una admirable comunión entre ellos, a pesar de las diferencias de historia personal, actitud y contexto pastoral. Urge rezar para que las personas que se han alejado de la Iglesia por motivos políticos recuperen la comunión con la Iglesia. Son procesos difíciles, que a pesar de los problemas se están implementando silenciosamente. La Iglesia de Nicaragua necesita también de la solidaridad de la Iglesia universal, a través de la oración y de una constante atención en este tiempo tan delicado.
El crecimiento vocacional en Nicaragua es palpable (Foto de AIN)
- ¿De qué manera puede ayudar ACN, por medio de la colaboración de sus donantes?
- Debido al notable aumento de vocaciones sacerdotales, la Iglesia de Nicaragua ha decidido a partir del 2019 establecer nuevos seminarios para la etapa de filosofía a nivel regional que se unirán a los dos seminarios diocesanos existentes (Managua y Granada) y al Seminario Nacional de Managua, donde los estudiantes de las otras cinco jurisdicciones del país continuarán sus estudios de teología. Los nuevos seminarios improvisados necesitan estructuras dignas para acoger a los jóvenes estudiantes.
» ACN acompaña también el proceso de fundación de nuevas parroquias, en diversas diócesis del país, a través de la construcción de pequeñas iglesias y casas parroquiales, en lugares alejados para que una comunidad tenga la alegría de recibir un sacerdote por primera vez que viva permanentemente con ellos. Pudimos comprobar como en Nicaragua la presencia del sacerdote en muchos casos cambia la vida de un pueblo: además de su servicio litúrgico-sacramental, el sacerdote suele ser un verdadero punto de referencia para la vida cotidiana de toda la comunidad.
» Otro campo de ayuda es la formación de jóvenes laicos. Los jóvenes católicos, como mencionamos anteriormente, han sido objeto de los ataques más duros durante la protesta, privados de sus derechos, amenazados, presos, golpeados. Muchos han huido del país, buscando refugio en el exterior. Muchos otros por las consecuencias de la actual crisis económica han perdido su trabajo y no tienen una visión de futuro. A estos jóvenes tenemos que dirigirnos, para que curen sus heridas y descubran el amor de Dios en medio de tanto sufrimiento y rencor.