El arzobispo de Mérida (Venezuela), Baltazar Porras Cardozo, es el nuevo cardenal venezolano. El otro venezolano con derecho a voto en un Cónclave es el cardenal Jorge Urosa, de Caracas. El cardenal Porras Cardozo explicó en conversación con Álvaro de Juana, de la agencia Aciprensa, cómo vivió el encuentro con Benedicto XVI el sábado después de la entrega de birretas y anillos cardenalicios. También habló con él del significado de su nombramiento en el contexto venezolano.


“El encuentro con él fue muy bello y muy cordial. Fue un gesto muy sencillo que los cardenales fuéramos un momento y en la capilla del monasterio donde reside pudiéramos saludarlo. Él tiene algunas dificultades de movilidad, pero la cabeza la tiene muy bien y conversó con cada uno de nosotros”, explicó el nuevo cardenal venezolano.

El nuevo Cardenal también aseguró que “después oramos y nos dio a todos la bendición”. “Fue el momento culmen de ver que todos en la Iglesia tenemos algo que dar y recibir, y el ejemplo del Papa Benedicto y sus gestos de cercanía y amistad del Papa Francisco hacia él son un ejemplo para todos nosotros de cómo hay que construir la misericordia·.


Por otro lado, el purpurado contó que en los días precedentes al Consistorio pudo conversar con el Papa Francisco “de todo su interés sobre la Iglesia universal, la paz en el mundo y también por la situación de Venezuela”.

“En el Consistorio hemos escuchado ese mensaje que nos ha dejado a todos el Papa de la necesidad de dar y recibir el perdón para que podamos tener un mundo más fraterno, un mundo con paz que solo se consigue dialogando, entendiéndose la gente entre sí y pensando en las necesidades de las personas y no en otro tipo de intereses”. “Esto es lo que podemos ofrecer desde la Iglesia, desde la fe, esa esperanza que a veces se difumina tanto en medio de los problemas que existen en el mundo”.

“Ser cardenal uno no lo puede recibir como un honor o un ascenso sino como un reconocimiento a una Iglesia que está sufriendo como sufre el pueblo venezolano y necesitaba un respiro, una bocanada de aire fresco y es así como lo ha recibido la inmensa mayoría del pueblo venezolano”, comenta el nuevo cardenal.


Baltazar Porras explica que “en Venezuela vivimos con una gran angustia porque, a pesar de ser un país rico, el que se ha hecho rico es el gobierno”, dice tajante.

El Purpurado explica que es verdad que tienen riqueza en lo referente a hidrocarburos pero que “fundamentalmente es una riqueza que genera un porcentaje muy pequeño a la población, no es un trabajo de toda la sociedad, sino de un pequeño sector”.

Eso, afirma, “hace que exista la tentación en el poder de concentrarlo en sí mismo y el peso que ha tenido el estado venezolano a través de los gobiernos ha sido muy grande puesto que es el gran distribuidor de una riqueza que representa más del 50% y en estos momentos más del 90% porque han desaparecido muchas industrias”.

El nuevo Cardenal sostiene que aparece entonces “la tentación del totalitarismo, de querer tenerlo y dominarlo absolutamente todo y lo que genera es una mayor corrupción y un mayor abuso de poder porque no hay una separación de poderes que genere un equilibrio en la sociedad y en función de las necesidades de la gente pero sí de los que están en el poder”.

La situación actual es que hay una gran falta “de alimentos y medicinas y un aumento de la violencia. Es una sociedad inequitativa en la que crecen los problemas”. 

Sobre el inicio del diálogo entre el gobierno de Venezuela y la oposición, el nuevo Cardenal está convencido de que “solo conversando se entiende la gente”.

Los problemas no se pueden arreglar con violencia, ni con imposición. Hay una inquietud, una cierta desesperación que es natural en la gente porque son muchos años y los problemas crecen. Lo que toca a todas las instituciones es presionar a los que gobiernan no a que se distribuyan unas cuotas de poder sino a que piensen que lo que hay que buscar es el bienestar de la gente”.

La Iglesia es también parte activa de las negociaciones porque lo que “el Papa ha querido hacer a través de sus enviados es lo que quiere hacer en todo el mundo y lo que ha tratado hacer con el Jubileo de la Misericordia”. Se puede conseguir “solo con la aceptación de que el otro existe y que el otro tiene parte de la verdad”. Esto “no quiere decir que digamos ‘aquí no ha pasado nada’, sino que el perdón es lo único que puede hacer superar los males que tenemos. Es un camino largo, doloroso y que genera desesperación”, subraya.


Por otro lado, el Arzobispo de Mérida explica que “defino mi nombramiento como cardenal aquel domingo 9 de octubre como una de las travesuras del Papa Francisco”. “Yo me encontraba muy lejos de mi sede. Fui a llevar a quien había sido mi obispo auxiliar a tomar posesión de una de las diócesis más apartadas en el llano venezolano. Íbamos a emprender el viaje de regreso ese domingo muy temprano a más de 12 horas de camino de Mérida cuando empezó a sonar el teléfono y la gente me felicitaba. Yo decía que no sabía absolutamente nada de mi nombramiento”.

“Media hora más tarde me llamó el Cardenal Lacunza, Arzobispo de David (Panamá), y me dijo que estaba viendo por televisión cómo el Papa me había nombrado”, añadió. “Fue un momento muy especial porque me pregunté qué es lo que Dios me quiere decir con esto, y que me lo dijera en un sitio tan apartado en el que conocía a muy poca gente”.

Luego “nos paramos en el camino para celebrar una Eucaristía en un santuario, donde está el Nazareno de Achaguas que es muy famoso, y al entrar había mucha gente esperándome con mucha alegría y ¡yo no les conocía de nada! Ante la imagen de Jesús me pregunté qué me decía el Nazareno sufriente para que yo pueda hacer algún bien con este nuevo encargo del Papa”.

El Cardenal Porras Cardozo explicó además que pocos días después “recibí una carta del Santo Padre en la que me felicitaba y decía que seguramente recibiría muchos parabienes, muchas felicitaciones, pero me pedía tener cuidado para no envanecerme, no caer en la mundanidad y me pedían que no me olvide de lo esencial: la oración a Jesús y el servicio a los pobres”.

El Purpurado recuerda que “la inmensa mayoría de los que hemos sido nombrados somos ‘outsiders’, es decir, pertenecemos a países y sedes que nunca habían tenido un cardenal. Francisco quiere tener una visión más amplia de la Iglesia ya que por ser universal no puede concentrarse solo en Europa.”

En su opinión, la Iglesia en América Latina “es casi la mitad del catolicismo en el mundo y alguna voz tiene que dar, que no es otro que el del estilo del Papa Francisco, un estilo latinoamericano de ser más sencillos, cercanos en la manera que vivimos la fe”.