Pero había muchas más personas que necesitaban una palabra de ánimo más allá de los límites que él podía abarcar. Y fue así como surgió la idea de crear una televisión para poder enviar este mensaje a los hogares. Comenzó de manera muy rudimentaria pero ahora llega a decenas de miles de peruanos. Este es ahora su apostolado. Y no le han faltado dificultades. Esther Núñez Balbín cuenta en Aleteia la historia de este sacerdote español:
Cuando acechaba la violencia en Perú, Manuel Rodríguez llegó de España. Corrían los años 80, la sociedad peruana necesitaba nuevos contenidos en la televisión. Montado en su bicicleta, este misionero claretiano invitó a la comunidad de vecinos a participar en una nueva iniciativa de comunicación que hoy celebra 18 años desde su fundación.
“Turbo”, así como llama a su bicicleta, que la adquirió ya hace 27 años, cuando escaseaba este medio de transporte en Lima es su fiel compañera y lo transporta a diario por las calles del distrito. El sacerdote, nacionalizado peruano, decidió emprender un desafío: llevar la buena noticia hasta los confines del mundo.
“El grano no hace al granero, pero ayuda al compañero”, comenta entre risas el Padre Manuel, ahora director general del Canal de televisión Jn19, casa televisiva que nació con el financiamiento de los propios televidentes. Parecía imposible, pero siempre tuvo fe en que este sueño se podría lograr.
Iban de parque en parque, para compartir con los vecinos la alegría del evangelio. “Dividimos la jurisdicción parroquial en sectores”, en ese entonces era el párroco de la parroquia San Miguel Arcángel. “Nunca nos cansamos de pedir, nuestra obra está basada en las donaciones de nuestros colaboradores”.
“Comenzamos con un pequeño local en la parroquia, teníamos cámaras recién compradas. Todo era casero”. Tras sendos trámites consiguieron obtener la licencia de funcionamiento en 1997. El canal JN19, “Telejuan” en esos años, formaba parte de los medios de comunicación de televisión que empezaba a desarrollarse en el Perú.
“Me tiré a la cama cuando nos robaron todo lo que habíamos conseguido”. Recordé las palabras de un buen amigo sacerdote Eduardo Dugherty, promotor del canal de televisión “Século XXI” en Brasil, “Mi Papá, es muy rico”, él siempre decía.
A través de su señal vía satélite el canal llega por empresas locales de cable a más de 90 poblaciones del interior del país en la costa, en la sierra y la selva peruana.
Detrás de sus pantallas son cientos de miles de personas que han recibido bendiciones.
“Hace mucho me enfrentaba un terrible problema personal”, cuenta Nara Patricia. “Me sumergí en la depresión, el Padre Manuel siempre estuvo conmigo, sin querer encendía el televisor y lo veía, minutos antes de terminar su programación, sus palabras sobre el poder sanador de Jesús me terminaron por acariciar el corazón, desde entonces comencé a participar en sus misas de sanación. Cambió mi vida, le estoy muy agradecida”.
“Me gustaría que la gente nos recuerde por la alegría y la sanación que llevamos desde este canal”, señala el Padre Manuel para Aleteia.
“Como misionero claretiano trato en lo posible de seguir los pasos de San Antonio María Claret, fue él quien incorporó en las comunicaciones las informaciones de prensa de acuerdo a lo que sucedía en su tiempo, comenta el sacerdote claretiano, redactaba notitas breves y las repartía a los soldados que participaban en la guerra, brindaba soluciones a través de sus escritos”, expresa.
El padre Manuel Rodríguez lleva ya 27 años como misionero en Perú
“No hay lugar para el cansancio. El sacrificio lo vale todo”, comenta el misionero claretiano.
“Cuando me encuentro en el camino con personas de los poblados alejados del país, que ahora visito, me dicen que lograron sanarse al escuchar el testimonio de otras personas que alcanzaron la curación”.
Existen las críticas no fraternas, pero el sacerdote continúa con su tarea promoviendo la fe en sus televidentes. “Todo se logra presentando los testimonios de vida esta energía positiva entusiasma a otras personas”, afirma. La misión ahora es llegar a más hogares a través del satélite. A eso está abocado este sacerdote misionero a quien