"Me dijeron que por mi edad, si me atrapaban, no resistiría las torturas. Supe que tenían razón. Un diácono amigo me dijo ‘déjenos que los sacerdotes jóvenes enfrentemos esto, si Cristo eso es lo quiere’". Quien así habla es, desde el anonimato, uno de los 245 religiosos, sacerdotes y obispos que han sido expulsados de Nicaragua por la persecución del régimen de Ortega y Murillo. Según los cálculos de la abogada Martha Patricia Molina, que lleva un riguroso recuento de los ataques a la Iglesia por el régimen, Nicaragua ha perdido en torno al 25% de los sacerdotes con los que contaba hasta 2018.
La expulsión y el exilio es solo una de las decenas de medidas de represión con que Ortega y Murillo parecen buscar silenciar a la Iglesia o hacer que esta se encuentre en la irrelevancia.
Entre las -al menos- 870 agresiones del régimen contra la Iglesia documentadas por Molina en su informe Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?, se encontraría el cierre de 1.500 organizaciones sin fines de lucro u ONGs, la confiscación o bloqueo de las cuentas de ahorro de un "sinnúmero de colegios" religiosos, la confiscación de la Universidad Centroamericana (UCA), la prohibición de procesiones y eventos públicos religiosos o el cierre de medios de comunicación, entre otros.
¿Proviene la persecución de Ortega y Murillo de un odio personal a la Iglesia o es simplemente para evitar voces discordantes con el régimen?
Según los especialistas, las respuestas ni son simplistas ni tienen una única respuesta.
Humberto Belli, coordinador de la organización opositora Concertación Democrática Nicaragüense, considera que muchos pueden pensar que la intención de la represión es simplemente silenciar a los desafectos. En su opinión, "si este fuera el fin, entonces no tendría explicación la expulsión de los religiosos que coordinan asociaciones y apostolados completamente apolíticos", declaró al corresponsal en Centroamérica del diario ABC Juan Diego Godoy.
1º Extirpar el amor a la Iglesia
La razón es para Belli más "soterrada y siniestra" que meras motivaciones políticas. El régimen, dice, tiene "el afán de extirpar en la población el amor y obediencia a la Iglesia".
Una persecución que a su juicio tiene "implicaciones tremendas", pues las víctimas ya no son "solo" el estamento eclesial, "sino millones de fieles a quienes se les está privando el acceso a la palabra de Dios y a los millares de niños, jóvenes en riesgo, ancianos y gente en extrema necesidad, a quienes también se les han arrebatado servicios caritativos y educativos muy valiosos".
2º Una nueva religiosidad, desde el Estado y en torno a Murillo
Otros, como el analista político nicaragüense y exiliado Eliseo Núñez, llegan a afirmar que el matrimonio que dirige el régimen buscaría "fundar un nuevo modelo de religiosidad, una desde el Estado que se construya en torno a la figura de Rosario Murillo".
Una propuesta que podría estar reforzada, aunque se trate de hipótesis, por los numerosos rumores que recaen sobre la esposa del dictador, cuestionada por sus inclinaciones al esoterismo y la brujería.
3º Las vinculaciones del régimen con el esoterismo
Personalidades de la talla de Sergio Ramírez, escritor y exvicepresidente nicaragüense, no lo consideran meras hipótesis. Para él, es representativo que desde hace tiempo "las reuniones del gobierno se hacen alrededor de una estrella ardiendo de cinco puntas. Es increíble. Se traza un círculo y los ministros se sientan alrededor. Es como un aquelarre. Y utilizan un dron para que se vea la estrella completa".
Ya desde hace años, diarios como Semana recapitulan indicios que mostrarían la -como mínimo- simpatía de Murillo por el esoterismo. No solo por el habitual uso de amuletos, sortijas o brazaletes, sino que vendría "de familia", pues su madre Zoilamérica Zambrana Sandino, era conocida por leer las manos, consultar la ouija o afirmar comunicarse con el espíritu de su pariente Augusto César Sandino. Murillo asegura que su hijo Juan Carlos es la reencarnación de este último, y también sería una vidente iniciada por su propia madre.
4º Acallar la disidencia católica
Más allá de lo esotérico, las respuestas de Núñez coinciden con la de otros católicos y líderes de la oposición al afirmar que "Ortega sabe que los púlpitos son siempre potentes de cara a la resistencia de cualquier dictadura". Por ello, el "éxodo forzado" y otras medidas no serían sino parte de la estrategia del mandatario por expulsar a los disidentes. Y la Iglesia católica, dice, es "uno de los opositores más fuertes y voluminosos".
No todas las consecuencias son negativas. Al menos en lo geopolítico, otro de los religiosos exiliados considera bajo el pseudónimo de fray Gabriel que la persecución a la Iglesia en Nicaragua, "además de dolorosa, le ha dado credibilidad nacional e internacional a la Iglesia católica, como la única entidad que defiende al pueblo y plantó la cara por él en Nicaragua".