No es muy común que las conferencias episcopales de dos países se pongan de acuerdo en una nota común, pero lo han hecho los obispos de Colombia y Venezuela y la han publicado el 22 de noviembre ante el drama de los miles de migrantes que pasan cada día en condiciones lamentables de Colombia a Panamá por el llamado Tapón del Darién, una selva peligrosa que los criminales pueden hacer aún más peligrosa. Muchos esperan en la ciudades cercanas colombianas, Necoclí y Apartadó.
Muchos de estos migrantes que se lanzan a atravesar selvas, pantanos y ríos son colombianos, pero la mayoría son venezolanos desesperados por la situación de absoluta precariedad en su país, rico en petróleo pero empobrecido por el régimen "bolivariano" de Nicolás Maduro. También hay haitianos y ecuatorianos.
Según las autoridades panameñas, en 2021 134.000 personas entraron en Panamá por el tapón del Darién. Ese año, muchos eran haitianos. Este año probablemente se alcancen las 200.000 personas, quizá la mayoría de ellas venezolanas. Las autoridades colombianas han llegado a detectar hasta 3.000 migrantes al día.
Muchos atraviesan selva y ríos, mientras que otros se arriesgan en balsas y barcas más que precarias, que fácilmente se pueden hundir.
Su objetivo final no es en realidad Panamá, sino que buscan seguir la ruta por tierra hasta Estados Unidos.
Además, miles de estos viajeros son niños: se calcula que de enero a agosto más de 14.000 menores atravesaron la ruta del Tapón del Darién. Y, como detallaba el Defensor del Pueblo colombiano, ningún mecanismo verifica que esos niños sean hijos o parientes de los acompañantes adultos, lo que facilita la trata de personas, explotación sexual o laboral y el matrimonio forzado.
Los presidentes de los obispos visitan la frontera
En este contexto, los obispos de Venezuela y de Colombia han difundido un comunicado titulado "En los pies del migrante". Tras una reunión de obispos en Necoclí y Apartadó, visitando la zona afectada y la situación de miles de migrantes, han querido pronunciarse.
“Los migrantes y refugiados forzados por la pobreza, los conflictos políticos y de violencia”, dice el comunicado, “se han visto obligados a salir de sus países de origen en búsqueda de mejores condiciones de vida y de oportunidades de futuro para sus familias”.
Obispos de Colombia y Venezuela visitan a los migrantes atascados en Necoclí y piden atención de las autoridades.
Son muchos los peligros que los emigrantes afrontan, dicen los obispos, “hasta llegar a Necoclí y los temores por cruzar el denominado ‘infierno del Darién’, por las situaciones de enfermedad, robos, violaciones, accidentes, y explotación por parte de quienes ven una oportunidad de grandes ganancias económicas, sin ningún control institucional local y nacional", denuncian.
Las diócesis por donde pasan los emigrantes hacen todo lo que está en su mano por prestarles ayuda, pero resulta insuficiente, por eso, en el comunicado, se pide que “se respete el derecho a la movilidad humana” y se evite “toda actitud xenófoba”.
Los obispos piden acompañarles “para evitar la trata de personas, la violencia de género, la explotación laboral y sexual especialmente de niñas, niños y adolescentes”.
Y exigen un compromiso a todas las entidades públicas para que se promuevan “rutas seguras de tránsito, ordenadas, informadas, reguladas y que respeten los derechos humanos”.
Dos días con los migrantes
El obispo de Apartadó, Hugo Torres Marín, fue el anfitrión de los obispos llegados para conocer la situación. La diócesis de Apartadó y congregaciones religiosas realizan una tarea de ayuda y caridad en las playas de Necoclí desde hace meses, apoyando sobre todo a familias venezolanas, ecuatorianas y haitianas.
En Necoclí y Acandí trabajan equipos de la Pastoral Social Nacional y de la diócesis de Apartadó, de Caritas Colombiana, Red Clamor, las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada y las religiosas Juanistas.
Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal, alabó a los que ayudan a los migrantes por cumplir el mandato de Jesús: "Fui extranjero y me acogiste" (Mt 25, 35), citó.
Los obispos desayunaron en una parroquia de la ciudad con algunas familias venezolanas: “Sabemos que es difícil pero vamos con Dios adelante”, les dijo una madre venezolana.
Por la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) se hicieron presentes Jesús González de Zárate, arzobispo de Cumaná y presidente de la CE Venezolana y Mario Moronta, obispo de San Cristóbal y vicepresidente. De la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) acudieron Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la CEC, Omar Alberto Sánchez, arzobispo de Popayán y vicepresidente CEC, Luis Manuel Ali, obispo auxiliar de Bogotá y secretario de la CEC y Juan Carlos Barreto, obispo de Soacha y presidente de la comisión episcopal de Pastoral Social.