Y los jóvenes son más religiosos que los mayores.
Y las mujeres son menos religiosas que los hombres.
Y la mayoría de los católicos no le tiene devoción a los santos.
Estas son conclusiones –algunas sorprendentes, al menos vistas desde España- de un sondeo realizado el 29 y 30 de marzo de 2014 por Captura Consulting en 800 hogares de 4 poblaciones representativas de Bolivia: La Paz (790.000 habitantes), El Alto (650.000 habitantes), Cochabamba (algo más de 500.000 habitantes) y Santa Cruz (1,1 millones), zonas que cubren casi un tercio de la población del país.
Los sondeos de menos de 1.100 entrevistados suelen considerarse de menor fiabilidad, sobre todo cuando se desgloban los resultados en subpreguntas (por ejemplo, de los que declaran ser católicos, ¿cuántos tienen devoción a un santo y a cuál en concreto?).
Peregrinos bolivianos en la JMJ de Brasil
Una de las conclusiones del estudio es que al contrario que en España y en muchos países occidentales, en Bolivia los adultos jóvenes, sean católicos o protestantes, son más religiosos que la media de los bolivianos. El 10% de adultos de 18 a 15 años se ve a sí mismo como “muy religioso”, mientras que en los adultos más maduros sólo un 7% se declara así, o un 8% entre los mayores de 65 años. Incluso hay más jóvenes que digan “soy muy religioso” (un 10%) que jóvenes que digan “no soy religioso” (un 8%).
El 71% de los adultos de 18 a 25 años se declara católico, el 15% “cristiano” (protestante, se entiende) y un 5% “evangelista” (es decir, cristiano evangélico, probablemente de estilo pentecostal). Los porcentajes del total de la población son similares.
El diario boliviano “La Razón” ha consultado a dos personalidades sobre este (ligero) bajón religioso al crecer en edad los bolivianos. René Romero, de la organización católica Provida, responde que los jóvenes son naturalmente más generosos, buscando conocer “la verdad, de buscar los valores y conocer lo ético”, pero que al llegar las preocupaciones prácticas de la vida adulta se distraen. “Hay antivalores que nacen de los adultos porque queremos todo rápido, porque cuando se pasa de los 25 años la persona busca formar su familia o está trabajando, y la fe o la vida espiritual pasan a un segundo plano”, manifestó.
Coincide con ese análisis el pastor protestante Hugo López. “El colectivo juvenil es sano, solo busca estar con amigos y la religión le da todo lo necesario para formarse espiritualmente y matizarlo con la música, arte y baile. Los jóvenes pierden la fe porque al crecer tienen otras necesidades y también hacen muchas preguntas, que si no son respondidas adecuadamente, se van por otro camino”, considera López, que también cree que el mal ejemplo de algunos líderes adultos cristianos desencanta a algunos jóvenes al crecer.
La estadística desglosa la religiosidad por pertenencia socioeconómica media o baja, pero quizá habría sido interesante especificar el nivel de formación y escolarización de los encuestados. En algunos países en desarrollo la población más escolarizada es más religiosa, al formar parte de redes juveniles y sociales ligada a la escuela religiosa, poder leer la Biblia, etc… mientras que la menos escolarizada (quizá la población rural o más anciana) no ha tenido esta oportunidad.
Otro aspecto curioso es que –siempre según esta encuesta- los bolivianos serían más religiosos que sus mujeres, algo muy difícil de encontrar en otros países, ya que en casi todo el mundo y en casi todas las religiones las mujeres son estadísticamente más religiosas que los varones.
Un 28% de los bolivianos se considera “religioso” frente a un 24% de ellas; por el contrario, se autodeclaran “poco religiosos” un 24% de hombres frente a un 28% de mujeres.
Además, se advierte que el protestantismo tiene más éxito entre las mujeres que entre los varones, que prefieren mantenerse católicos.
Aunque aproximadamente un 8% del total de los encuestados y encuestadas declara “no soy religioso”, nadie se declara ateo. Sólo en La Paz la encuesta encuentra un 1% de ateos; no los encuentra en Cochabamba, Santa Cruz ni El Alto.
Aunque la suma de los que se declaran “Religiosos” y “Muy religiosos” es de un 33%, los que participan en actividades religiosas son un 31%... y eso incluye a los que acuden a actividades esporádicas que se hacen sólo unas pocas veces al año, como ir al vía crucis. Por ejemplo, sólo un 6% declara que ayuna o se abstiene de comer carne en Semana Santa. Al parecer, es una enseñanza de la Iglesia que se conoce poco en el país.
Una pregunta especialmente interesante (no suele haber estudios estadísticos sobre ello) es la devoción a los santos. Un 25% de los bolivianos sería devoto de al menos algún santo, muy pocos comparados con otros muchos países hispanos, donde hasta las personas poco religiosas tienen devoción a algún santo.
El santo más popular en Bolivia es la Virgen de la Candelaria de Copacabana, una de las más antiguas advocaciones marianas en América. Los dominicos trajeron desde las Islas Canarias la devoción a la Virgen de la Candelaria en un santuario en el pueblo de Copacabana en 1583, a casi 140 km de La Paz, a 3.800 metros sobre el nivel del mar.
Santuario de la Virgen de la Candelaria de Copacabana
Pero en Cochabamba la devoción es a la Virgen de Urkupiña, que se apareció a unos quechuas en algún momento del siglo XVII o XVIII y se celebra en la Asunción. El siguiente santo en popularidad es Tata Santiago (el apóstol Santiago).
Desglosar las prácticas espirituales del porcentaje de población religioso a partir de sólo 800 entrevistas no es para nada definitivo, pero la sensación que da el sondeo es que las devociones populares (peregrinaciones, visitas a iglesias, devoción a los santos) no son aún muy populares y que en Bolivia hay espacio para una mayor religiosidad popular.