La Diócesis de Querétaro, México, ha culminado con éxito esta semana su peregrinación al Santuario de la Virgen de Guadalupe en Ciudad de México. En la peregrinación participaron más de 64.400 fieles que acompañaron a su Obispo, monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, con el objetivo de "renovar el amor y la devoción a la Señora del Cielo al contemplar su mirada tierna de amorosa madre". El primer grupo en llegar a la Basílica fue el de más de cinco mil ciclistas, los cuales fueron recibidos por el Obispo de Querétaro y el Canónigo P. Alberto Reynoso González en la madrugada del día 22. El prelado presidió una Eucaristía para los ciclistas peregrinos y los animó a escuchar las palabras de Jesucristo, siguiendo el consejo de la Santísima Virgen María. El Obispo pidió a los fieles "abrir nuestro tiempo a Cristo para que Él lo pueda iluminar y dirigir" y redescubrir la riqueza espiritual del Domingo como día dedicado al Señor, explica la agencia de noticias Gaudium Press.
Monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, obispo de Querétaro
Más tarde, un grupo de 23 mil peregrinas caminantes fue recibido en la Basílica por el Canónico P. Carlos Arturo Ruíz y Alvarado y también participaron en una Eucaristía presidida por monseñor Armendáriz. "Cada una de ustedes, queridas jóvenes, es importante a los ojos de Dios", recordó el Obispo. "Es por eso por lo que hoy, Jesús quiere que escuchen su palabra y que hagan suya su invitación para 'permanecer junto a Él".
El tercer grupo en llegar a la Basílica fue el de los 36.400 varones llamados "Soldados de la Guadalupana", quienes realizaron su peregrinación número 128. Ellos fueron recibidos por el Rector del Santuario, monseñor Enrique Glennie Graue, quién suplico la bendición de Dios para sus familias, trabajos e intenciones. En esta oportunidad, monseñor Armendáriz predicó sobre la necesidad de cultivar el tiempo de descanso y de oración, de manera que pueda tenerse una apertura a la trascendencia para que las tareas cotidianas no se vacíen de sentido ni se debilite el ánimo de los hombres por el cansancio y las dificultades.
"Cuántas veces los padres de familia, presionados por llevar una vida digna y de la mejor manera, se han olvidado de lo más importante: poner las bases de una familia donde se aprenda a fraternizar, a convivir y a meditar. Hoy a muchos, la vida, tristemente se nos escapa de las manos", se lamentó el prelado. " La salud personal es tarea espiritual de cada uno. Para gozar de buena salud no es suficiente someterse a tratamientos con dosis de medicamentos. Es necesario, además, vivir conforme a las exigencias del Espíritu. La vida espiritual interpela al hombre en su totalidad sin excluir nada, ni separar nada".
El prelado insistió en la importancia de este compromiso de fomentar la relación con Dios. "Sin momentos detenidos de adoración, de encuentro orante con la Palabra, de diálogo sincero con el Señor, las tareas fácilmente se vacían de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga", predicó. "La Iglesia necesita imperiosamente el pulmón de la oración, y me alegra enormemente que se multipliquen en todas las instituciones eclesiales los grupos de oración, de intercesión, de lectura orante de la Palabra, las adoraciones perpetuas de la Eucaristía".