La ocasión merecía algo especial, y el entrentador que obró el milagro, el uruguayo-argentino Gustavo Matosas, abrazado a sus jugadores, tuvo una hermosa iniciativa que fue seguida por la totalidad de la plantilla. Se pusieron de rodillas, y el técnico, agradeciendo al cielo, no la victoria (pues un equipo u otro es indiferente allá arriba), sino el amparo a los jugadores, dijo: "Vamos a dar gracias a Dios y a la Virgen, que nos guardó y nos protegió a todos". Acto seguido se santiguó, y todos juntos rezaron el padrenuestro y el avemaría, antes de levantarse y pasear la copa por el césped.
El título, además, abre la posibilidad para los "Panzas Verdes" de construir un nuevo estadio en León, algo para lo cual Carlos Slim y el gobernador Miguel Márquez se sentarán a hablar el año que viene.