Durante su estancia en Panamá para participar en la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco quiso reunirse con los obispos de América Central. Lo hizo en la iglesia de San Francisco de Asís de la capital del país.
Durante su intervención ante decenas de obispos de los distintos países de la región, Francisco quiso poner como ejemplo al ya santo Óscar Romero, que fuera arzobispo de El Salvador, asegurando que su “legado” es una apelación a la “santidad y al carácter profético que vive en el ADN” de la Iglesia en América Central.
"Sentir con la Iglesia"
El Santo Padre quiso destacar del santo salvadoreño que “su vida y enseñanza son fuente constante de inspiración para nuestras Iglesias y, de modo particular, para nosotros obispos”.
“Sentir con la Iglesia”, este era el lema episcopal de San Óscar Romero, recordó el Papa, que consideró que esta fue la “brújula” que marcó su vida. Por ello, utilizando como base esta frase quiso hablar a los obispos centroamericanos de tres aspectos que deben tener en cuenta para encontrarse con Cristo: “reconocimiento y gratitud”, “un amor con sabor a pueblo”; “llevar en las entrañas la kenosis de Cristo”.
Sobre el primero de ellos, el Papa indicó que “Romero pudo sintonizar y aprender a vivir la Iglesia porque amaba entrañablemente a quien lo había engendrado en la fe”. Según recoge Aciprensa, añadió que ese amor “nace de acoger un don totalmente gratuito, que no nos pertenece y que nos libera de toda pretensión y tentación de creernos sus propietarios o los únicos intérpretes”. Además, recordó a los obispos que “no hemos inventado la Iglesia, ella no nace con nosotros y seguirá sin nosotros”, acotó.
"Aprender y escuchar los latidos de su pueblo"
Sobre el segundo punto, “un amor con sabor a pueblo”, Francisco afirmó que Romero “no fue ideólogo ni ideológico; su actuar nació de una compenetración con los documentos conciliares. Iluminado desde este horizonte eclesial, sentir con la Iglesia es para Romero contemplarla como Pueblo de Dios”.
De este modo, el Santo Padre explicó que “el pastor, para buscar y encontrarse con el Señor, debe aprender y escuchar los latidos de su pueblo, percibir ‘el olor’ de los hombres y mujeres de hoy hasta quedar impregnado de sus alegrías y esperanzas, de sus tristezas y angustias y así escudriñar la Palabra de Dios”.
Sobre el tercer punto, indicó que para San Romero el sentir con la Iglesia es “tomar parte en la gloria” de la misma, que no es otra cosa que “llevar en sus entrañas toda la kenosis de Cristo”.
“En la Iglesia Cristo vive entre nosotros y por eso tiene que ser humilde y pobre, ya que una Iglesia altanera, una Iglesia llena de orgullo, una Iglesia autosuficiente, no es la Iglesia de la kénosis”, dijo el Papa parafraseando una homilía de Mons. del 1 octubre 1978.
El pastor, cerca del sufrimiento
Además, pidió a los obispos que “no tengamos miedo de tocar y de acercarnos a las heridas de nuestra gente (..) El pastor no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo; es más, podríamos decir que el corazón del pastor se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas”.
Luego, dijo que esta kenosis de Cristo implica “abandonar la virtualidad de la existencia”, porque “las redes sirven para crear vínculos pero no raíces, son incapaces de darnos pertenencia, de hacernos sentir parte de un mismo pueblo”.
Por su parte, el Papa destacó tres características principales de esta kenosis: que es joven, sacerdotal y pobre. Sobre kénosis joven, el Santo Padre dijo a través de ella se puede “visualizar cómo hacer más visible y creíble el Evangelio en el mundo que nos toca vivir” y “nos recuerda que el pastor nunca deja de ser discípulo y está en camino”.
“¡Cómo no agradecer tener jóvenes inquietos por el Evangelio! Esta realidad nos estimula a un mayor compromiso para ayudarlos a crecer ofreciéndoles más y mejores espacios que los engendren al sueño de Dios”, agregó Francisco.
Cuidado con la mundanidad espiritual
Mientras tanto, sobre la kénosis de Cristo sacerdotal destacó la necesidad de que las agendas episcopales tengan “espacio para recibir, acompañar y sostener” a los sacerdotes, para tener un “espacio real” donde ocuparse de ellos.
Para ello, recordó que “en ellos normalmente recae de modo especial la responsabilidad de que este pueblo sea el pueblo de Dios. Están en la línea de fuego. Ellos llevan sobre sus espaldas el peso del día y del calor, están expuestos a un sinfín de situaciones diarias que los pueden dejar más vulnerables y, por tanto, necesitan también de nuestra cercanía, de nuestra comprensión y aliento, de nuestra paternidad”.
Finalmente, el Papa Francisco dijo que la kénosis de Cristo es pobre, porque “sentir con la Iglesia es sentir con el pueblo fiel, el pueblo sufriente y esperanzador de Dios”. Asimismo, explicó que la pobreza invita “a la fecundidad, a la generatividad, a la capacidad de donación que sería imposible en un corazón avaro o que busca acumular” y “protege de una de las tentaciones más sutiles que enfrentamos los consagrados, la mundanidad espiritual”.