"Quiero morir de pie, invocando a Dios en mi familia, a la Patria en mi Ejército, a mi pueblo no contaminado con ideas empapadas en la disociación y en la sangre”.
Estas palabras fueron escritas en su diario personal por el coronel Argentino del Valle Larrabure, oficial del Ejército Argentino que sufrió el cautiverio perpetrado por miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), uno de los principales grupos guerrilleros de inspiración marxista que, con su acción disolvente, sembró odio y muerte en el territorio patrio.
El coronel Larrabure fue secuestrado el 11 de agosto de 1974 y su cuerpo apareció sin vida el 19 de agosto de 1975. Era subdirector de la Fábrica Militar de Armas y Explosivos ubicada en Villa María (provincia de Córdoba). Los guerrilleros coparon las instalaciones resultado de la complicidad de uno de los conscriptos que, en esos momentos, cumplía funciones en una de las guardias laterales de la fábrica que daba a las orillas del Río Tercero. (Su nombre, Mario Pettiggiani, se conoció mediante la revista El combatiente del 14 de agosto de 1974.)
Un año de secuestro
Arturo Cirilo, su hijo, refiere en Un canto a la Patria. A mi padre, coronel Argentino del Valle Larrabure, que de él “a pesar del despliegue de las fuerzas policiales y militares en diversos operativos de búsqueda, nada se sabía. Como alguien dijo, ‘comenzaría esa madrugada del 11 de agosto de 1974 el peor de los cautiverios cometido a un militar argentino’”: “A los 42 años de edad, con un futuro provisorio, un dinamismo y una energía incansables, lleno de iniciativas y deseos de vivir, su vida toma el rumbo del mártir, sobrellevando su cautiverio y su calvario durante más de un año, para luego morir sin claudicar jamás en sus ideas, en sus principios y en su fe en Dios”.
El diario 'La Nación' del 26 de septiembre de 1975 informa de las condiciones del secuestro del coronel Larrabure a manos de los terroristas. Pasaba buena parte del día en un agujero de 1,10 m de largo, 0,60 m de ancho y 2,00 m de alto, en ambiente viciado por el enclaustramiento y la humedad. Él escribió una oración en su diario ofreciendo sus sufrimientos: "A Dios, que con tu sabiduría omnipotente has determinado este derrotero de calvario, a Ti te invoco permanentemente para que me des fuerzas".
Arturo Cirilo apunta, en el mismo libro, que el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) “había surgido a partir del V Congreso del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) llevado a cabo en junio de 1970, con el objeto de ser el abrazo militar de la guerra revolucionaria. (…). Fiel a su visión latinoamericanista, el ERP conformaría la Junta de Coordinación Revolucionaria, con el MIR chileno y el ELN boliviano a fin de difundir internacionalmente la lucha”.
Estudio de la beatificación
Como refiere la Agencia Infomativa Argentina (AICA) en una nota del 18 de mayo de 2022, Santiago Olivera, actual obispo castrense en Argentina y delegado para la Causa de los Santos de la Conferencia Episcopal Argentina, informó del inicio de la fase preliminar -primer paso para evaluar una causa de canonización- del coronel Argentino del Valle Larrabure.
“Fundamentalmente en esta causa, si es que se concreta y sigue adelante en este inicio, tenemos que trabajar por la unidad y por el amor, porque el coronel Larrabure -y esto es de destacar- no se llenó nunca de odio, ni llamó al enfrentamiento, fue un hombre de paz, un hombre de perdón, fue un hombre de amor”, manifestó monseñor Olivera en declaraciones a la misma agencia informativa.
“En el obispado castrense", explicó, "recibimos muchísimos testimonios, conversamos con varias personas y le confiamos al vicario judicial de mi diócesis que vaya juntando toda esa documentación, junto también con una comisión histórica”. “Yo como obispo valoro esta figura que pueda hacernos mucho bien y me parece que puede servir mucho para el encuentro de todos los argentinos”, agregó.
Arturo Cirilo, en declaraciones a Religión en Libertad, señala que tenía la necesidad de escribir un libro sobre su padre. Comenta que la primera edición (2006) fue de mil ejemplares y, sorpresivamente, en menos de 15 días se vendió la totalidad. Salieron dos ediciones más. De la tercera, hizo tres mil ejemplares gracias a una donación importante.
Arturo Cirilo reconoce con gratitud la labor de monseñor Olivera y recuerda que la iniciativa de comenzar con el tema de la causa de su padre fue de laicos, especialmente militares. “La base de los testimonios está reflejada en Un canto a la Patria”, agrega.
Recuerda que su padre, en el cautiverio, cantaba el Himno Nacional, perdonaba a sus asesinos, amaba a sus enemigos hasta el extremo, como se puede comprobar, entre otros lugares, en su diario personal: "Su entrega fue total por una causa superior como la Fe, la Patria, el Ejército, la familia, los amigos”.
“Se trata de cosas, de valores que los argentinos no debemos perder. Es un rumbo. Por eso el título del libro: Un canto a la Patria, que es “ese canto de mi padre, esa Fe que trascendía y trasciende aún ese lugar tan frío, tan húmedo, tan deleznable, tan terrible en el que tuvo que padecer” y que reclama la reflexión y la unión de los argentinos. “A lo largo de las cartas [escritas en el cautiverio] se volvió el hombre que era en su juventud. A lo largo de la vida va volviendo a su esencia, y su esencia era puramente religiosa. Nunca dejó de ser religioso”.
Cartas de amor y perdón
Una de las cosas que llama la atención en los escritos del coronel Larrabure durante su cautiverio, es el amor que profesaba por su esposa María Susana de San Martín (Marisita). Lo expresaba mediante las cartas que dirigía a todos sus seres queridos. Habían sido padres de María Susana y Arturo Cirilo, nuestro entrevistado.
Carta manuscrita del coronel Larrabure: "No debe odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla", pide a los suyos, desde su secuestro, al final del penúltimo párrafo.
En una carta de septiembre de 1974, le escribía: “Marisita, más que nunca tenés que ser fuerte, saber que te quise y quiero más que nadie y siempre ganaste. Marisita, ¡te adoro! (…) Marisita, todas las noches te hago un huequito y siento tu cabeza sobre mi brazo y hombro. Te extraño, como a todos, muchísimo. Ten fe y no dejes de ver al doctor Spalina. Si salgo, iré yo también”.
En la carta del 22 de octubre de 1974 escribe: “El domingo fue el día de la madre. Pensé mucho en las nuestras y en ti, Marisita. Madre mejor que vos no habrá en la tierra”.
En una del verano de 1975, le confesaba: “A vos, Marisita, un beso fuerte y la confirmación de mi amor, que como alguna vez te dije, tuvo una nube, siempre resultaste la mujer elegida. (Marisita, fuerza y adelante. Te adoro de todo corazón. Quiero que esta carta la leas a todos quienes tú creas que corresponde. Un gran beso a todos. Vasco”.
Le decía el 12 de julio de 1975: “Próximo a la fecha de tu cumpleaños te escribo, para hacerte llegar mi más grande amor, que siempre te acompañará. Ese día, más que todos, te acompañaré desde mi encierro y como siempre estarás presente en mis oraciones. Ten fe en Dios, reza por mí y cuídate mucho... A ti, Marisita de mi vida, un beso fuerte, muy fuerte, de quien te quiere con intenso amor. Vasco”.
Arturo Cirilo, su hijo, resalta que él y sus familiares cumplen con el deseo de su padre expresado en la carta del 22 de octubre de 1974: “Aún suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla”: “Seguimos pensando en hacerle honor a ese pedido. No es una frase más. Es una frase que encierra una persona que sabe que está cerca de su muerte pero que la muerte, para el cristiano, no es muerte sino que es vida y resurrección”.