Tras la oleada de represión de 2018, Marcela huyó de Nicaragua junto con su marido y sus hijos pequeños, y desde entonces vive en España, donde ha tenido un tercero. Varios de sus familiares han pasado por la cárcel y siguen amenazados por el régimen.
Como ella misma ha explicado a ACI Prensa, la persecución del régimen comunista de Daniel Ortega contra la Iglesia se debe a que ésta “siempre ha sido acompañante del pueblo, es una Iglesia pobre que vive la realidad del pueblo”.
“Estamos viviendo una persecución espantosa contra la Iglesia”, señala, recordando que no podían entrar en su parroquia porque estaba rodeada: “Nos vigilaban, no podíamos vivir así".
Su padre, antiguo sandinista que experimentó luego una conversión religiosa, se ha quedado en el país con la intención de "resistir" y "dar la vida" si es preciso. Ya ha tenido que cerrar su empresa por las presiones del régimen, porque "para mantener la empresa o el trabajo hay que dar prebendas al gobierno", revela Marcela.
“Un tío mío está refugiado en Guatemala porque se negó a golpear a la gente, y a su suegro, miembros del Consejo de Seguridad Ciudadana le amenazaron de muerte", añade en una sucesión inagotable de ataques sufridos: "A dos hermanas de una tía mía las metieron presas por desacato a la autoridad durante tres o cuatro meses. Dispararon cerca de nuestra casa. Tenían identificado nuestro coche”.
Todo se precipitó tras la marcha cívica del 30 de mayo de 2018, que Daniel Ortega y Rosario Murillo, su esposa y su vicepresidenta, convirtieron en un baño de sangre con cientos de muertos: "Salimos en la camioneta de mi papá y pasaron los motorizados. En cuanto los vimos, supimos que iban a matar”. Decidieron dar media vuelta, y así evitaron la masacre causada por los francotiradores contra la multitud que se refugiaba en la catedral de Managua.
Apenas de despidieron de nadie y cruzaron la frontera de Costa Rica como turistas. Su marido fue retenido y registrado durante 40 minutos, que ella pasó rezando. “Finalmente, la mano de Dios hizo que pasáramos por ese desierto”, celebra ahora.
Vigilia de oración en Zaragoza
Marcela participará en la vigilia de oración convocada este sábado 27 en Zaragoza por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), protagonizada por la comunidad nicaragüense de la parroquia de San Valero de la capital aragonesa.
La vigilia comenzará con una procesión presidida por la Virgen Inmaculada, patrona de Nicaragua, en la que también se portarán imágenes de los sacerdotes secuestrados, y se proyectará un vídeo del obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, exiliado en Miami tras ser amenazado de muerte por el régimen. A continuación, se ilustrará la situación de la Iglesia perseguida con los testimonios de Marcela y de Francis, otro nicaragüense refugiado en España. Tras la Adoración al Santísimo se proyectará un vídeo sobre la labor pastoral del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, secuestrado desde hace días por el régimen comunista de Nicaragua.
Un acoso que va a más
La persecución contra la Iglesia, constante desde 2018 tras comprobar su efecto aglutinador de la resistencia -dado que todos los líderes opositores están en la cárcel-, se ha incrementado en los últimos meses, con la expulsión en marzo del nuncio, monseñor Waldemar Stanislaw Sommerstag, y en julio de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta. También han sido clausuradas todas las radios católicas del país.
A principios de agosto, monseñor Rolando Álvarez fue encerrado en el obispado de Matagalpa en arresto domiciliario de facto, junto a cinco sacerdotes, tres seminaristas y tres laicos. El día 19 de madrugada la policía entró y se lo llevó a Managua.
Del mismo modo, desde el domingo 14 de agosto cinco sacerdotes nicaragüenses han sido acosados por policías y uno de ellos detenido.
Varios de estos sacerdotes se encuentran en la cárcel de Chipote: Óscar Benavidez, de la diócesis de Siuna, además de Ramiro Tijerino, José Luis Díaz, Sadiel Eugarrios y Raúl González; los seminaristas Darvin Leyva y Melquín Sequeira; y el camarógrafo Sergio Cárdenas, de la diócesis de Matagalpa.
Según el diario La Nación, esta prisión es "la mazmorra más oscura de la dictadura de Daniel Ortega, donde "algunos presos políticos son mantenidos en celdas con luz las 24 horas del día, mientras que otros viven en penumbra. Sin embargo, los reos no pueden relatar con tranquilidad a sus familiares lo que les sucede, porque las visitas siempre están vigiladas por policías. Incluso, denuncian, los oficiales toman fotos y vídeos de los encuentros sin consentimiento".
Reacción de los sacerdotes
Por todos estos motivos, los sacerdotes de la diócesis de Estelí suscribieron un comunicado difundido este lunes duramente crítico contra el régimen: "Les hacemos un llamado a la conversión y a dejar de fastidiarnos la vida ¡Déjennos trabajar en paz! Liberen al obispo, los sacerdotes y los laicos y el Señor se apiadará de ustedes, si es que se convierten de corazón”.
Denuncian además la continua "incitación al odio y a la violencia" que lanzan los altavoces del régimen contra toda oposición, incluida la Iglesia: "Son innumerables las veces... que arrojan todo tipo de improperios, ofensas y difamaciones, ya no solo a los obispos, sino también a nosotros los sacerdotes". Asimismo, exigen a las autoridades que dejen de hacer “lo que les da la gana con las leyes", manipulándolas o creándolas por decreto "para encarcelar a los ciudadanos".
Los sacerdotes de Estelí concluyen que la dictadura está “persiguiendo a la Iglesia por su misión profética”, ya que “es la única que es capaz de denunciar sus constantes violaciones a los derechos humanos”. Pero “cuando persiguen a la Iglesia... es a Cristo mismo a quien persiguen. Continuaremos orando para que el Señor les conceda su Espíritu Santo y puedan corregir todas estas barbaridades que están haciendo a nuestra Iglesia nicaragüense”.