La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN España) acaba de lanzar una campaña de ayuda para la Iglesia en Nicaragua, que sigue sufriendo las consecuencias de la crisis política y social en la que está inmerso el país centroamericano desde abril de 2018. ACN, unida a toda la Iglesia, está trabajando activamente para apoyar a los más necesitados por la crisis, y su labor está evitando que la violencia crezca.
Javier Menéndez Ros, director de ACN España, ha resaltado recientemente que “ir a misa o a una reunión semanal podría suponer jugarte la vida. En algún caso los militares han entrado en las Misas y han disparado a matar", como es el caso de la iglesia de la Jesús de la Divina Misericordia, en la que la policía y los paramilitares entraron a disparar contra los fieles que se encontraban en su interior, y en la que no se salvó ni la imagen de la Divina Misericordia. Todo sucedió al anochecer del 13 de julio de 2018 en la que se conoce como “la noche en que dispararon a Jesús”.
Dos jóvenes estudiantes murieron en este templo católico, culminando cuatro meses de protestas que estallaron a finales de abril en la Universidad Nacional Autónoma.
La parroquia, un hospital de campaña
La iglesia de Jesús de la Divina Misericordia, ubicada no lejos de la universidad, se convirtió en un hospital improvisado para atender a los heridos, y unos 200 jóvenes vivieron para contarlo porque fueron rescatados por el padre Raúl Zamora en su camión y por una mujer anónima que, hasta el día de hoy, no ha podido identificarse, explica este sacerdote a Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Tal vez eso sea lo mejor, ya que muchos de los que encontraron refugio en la iglesia hoy están en prisión, exiliados o en lista negra por el gobierno, el resultado de una caza de brujas después de un levantamiento civil que comenzó en abril y que, aunque está inactivo ahora, continúa cociéndose a fuego lento bajo la superficie.
Los feligreses han pedido que no quitar los agujeros de las balas. Estos están protegidos por un cristal que recuerda “la noche en que dispararon a Jesús”
Jesús también fue víctima de la represión
“Jesús de la Divina Misericordia estuvo muy cerca de nosotros esa noche”, explica el padre Zamora. “También le dispararon, y recibió balas en nuestro nombre”.
Mientras explica lo sucedido, el sacerdote se detiene para señalar los agujeros de bala que adornan la imagen que se alza al lado del tabernáculo en una capilla lateral. Tiene dos agujeros de bala y la pared tiene muchos otros, conservados a petición de los feligreses como un recordatorio de lo que sucedió.
“Al verlo a través de los ojos de la fe, el Señor es nuestra roca”, explica Zamora a los visitantes. “Las palabras ‘Jesús, en ti confío’ se hicieron realidad esa noche”.
La “noche” comenzó realmente alrededor del mediodía del 13 de julio, cuando la policía y las fuerzas paramilitares se alinearon con el gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, y atacaron a estudiantes que habían tomado el control de la universidad nacional en abril.
Cuando Zamora descubrió lo que estaba sucediendo, tomó su camión y comenzó a llevar a los estudiantes de la universidad a la iglesia, que servía como un hospital improvisado pero también como un centro donde la gente iba a donar alimentos y otros bienes para los estudiantes.
Alrededor de las seis de la tarde ya no quedaban estudiantes en la universidad, porque todos estaban escondidos en la iglesia. Después de que los estudiantes se movieron, también lo hicieron las balas: 130 agujeros de balas finalmente se contaron solo en el techo de la iglesia. Zamora está convencido de que entre los que atacaron a los estudiantes, hubo muchos que “no tuvieron su corazón en la lucha”, y en lugar de disparar a matar, simplemente dispararon al techo.
La imagen de Jesús de la Divina Misericordia ahora está protegida por plexiglás, pero los agujeros son evidentes, todos en rayos de luz. Para Zamora, ese es un elemento de la evangelización: “Su misericordia se derrama sobre aquellos que nos dispararon también. Fue una experiencia de fe”.
Alrededor de las 3:00 a.m., la policía apagó la luz y bloqueó el servicio de telefonía celular a quienes se escondían con el sacerdote en su casa, incluidos tres heridos por balas en la universidad. Los jóvenes lloraban y se despedían de sus seres queridos.
Exterior de la parroquia donde aún se observan los agujeros de las balas
Asesinados por el gobierno, encarcelados o exiliados
Algunos de los 200 hombres y mujeres jóvenes que encontraron refugio en la iglesia esa noche ahora están en la prisión local enfrentando “juicios expresos”, donde no tienen posibilidad de defenderse contra los cargos de terrorismo.
Unas 500 personas, en su mayoría estudiantes que participaron en las protestas contra el gobierno, ahora están en la cárcel. La crisis nacional ha dejado ya en Nicaragua unos 300 muertos en manifestaciones, a manos de la policía y los grupos parapoliciales. Y solo en la vecina Costa Rica se han registrado 70.000 refugiados nicaragüenses.
Zamora solía dirigir un ministerio juvenil en la universidad, pero hoy está prohibido en las instalaciones. Se ha despedido a personas de sus trabajos por tener una foto en Facebook con él, y amigos que todavía trabajan allí le han dicho que en la universidad, que abrió sus puertas nuevamente después de las vacaciones de verano, a los estudiantes se les enseña que sacerdotes y obispos están detrás de un golpe para derribar al gobierno.
A pesar de la violencia, “Dios hizo muchas cosas hermosas esa noche”, señala Zamora. “Un estudiante vino a mí por la mañana, cuando las balas se habían detenido, y dijo que aunque era un ateo, si creyera en Dios, querría creer en ‘uno como el tuyo”.